Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
–
Cierro capítulo con la segunda parte de «Los 10 episodios más importantes de la historia de Galicia» (click para leer la primera). Escribía en aquel primer artículo una reflexión en alto, la cual, lejos de querer atacar al sistema educativo del que formo parte, tenía la intención de mostrar cuán olvidada está la historia de nuestra propia tierra: «una cita puntual a los suevos, algunos apuntes sobre las Revueltas Irmandiñas y quizá una mención al ilustrado Feijóo. Una lástima.» Por desgracia, la realidad se parece demasiado a este escenario que yo pintaba.
Recogía también en aquella primera parte un hecho curioso, y es la unanimidad que existe entre intelectuales tan dispares como Emilia Pardo Bazán o Vicente Risco, a la hora de afirmar el papel tan secundario que ha jugado Galicia en la historia –no sólo en la de nuestro país, sino también en la suya propia–. Concluía yo, cuando escribía esas líneas, que quizá ésa sea la causa de que ni nosotros mismos nos conozcamos todavía.
Sea como fuere, aquí están recogidos los cinco episodios restantes que completan este repaso de hechos imprescindibles –siempre bajo mi propio criterio, selección subjetiva– de la historia gallega, que espero que disfrutéis tanto como yo lo he hecho en su elaboración.
–

–
–
6.- EL VII CONDE DE LEMOS, POLÍTICO Y MECENAS
Precisamente fue el estudio de la vida de este aristócrata gallego el que me llevó a escribir esta recopilación de hechos históricos. ¿Cómo es posible que apenas se hable de Pedro Fernández de Castro, el VII Conde de Lemos? Nacido en Monforte, el VII Conde de Lemos es uno de los personajes gallegos que más relevancia han tenido en la España de los Austrias y en la historia de nuestra literatura. Don Pedro no sólo ocupó cargos de primer nivel en el entramado institucional del Imperio español – Presidente del Consejo de Indias, Virrey de Nápoles y Presidente del Consejo de Italia– sino que, gracias a su mecenazgo artístico, pudieron desarrollar sus carreras literarias Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Góngora o Quevedo. ¡Casi nada! Si todo esto no fuera suficiente para que nos llenase de orgullo la labor de este gallego ilustre, el VII Conde de Lemos fue un gran defensor de los derechos políticos de Galicia frente a la corona. No quiero explayarme más, ya que en esta entrada que le dediqué (click para leerla) podéis disfrutar de su apasionante vida.
–








–
–
7.- EL FERROL DEL SIGLO XVIII
En el imaginario colectivo Ferrol es una ciudad triste y decadente, un conglomerado de calles vacías repletas de edificios mal conservados. No niego que esta circunstancia en la actualidad sea cierta, pero cuánto cambiaría la visión que de ella tenemos si supiésemos la historia que atesora detrás. En mi entrada «5 motivos para visitar Ferrol» (click aquí para leerla), escribía: «En el siglo XVIII, como consecuencia del crecimiento demográfico producido en la ciudad después de convertirse en capital del Departamento Marítimo del Norte, Carlos III ordena construir el Barrio de la Magdalena. Surge así un entramado de calles paralelas y perpendiculares, formando entre todas un perfecto rectángulo. Se considera esta obra urbanística como una de las más relevantes e interesantes de la época en toda Europa. Por todo ello, el Barrio de la Magdalena es Conjunto histórico-artístico desde los años 80 e incluso existe una candidatura para Patrimonio de la Humanidad. Turgalicia lo incluye en su top10 de lugares únicos de Galicia. Por algo será…» Ferrol fue el enclave militar naval más importante de España durante el siglo XVIII, y, consecuencia de ello, es el impresionante conjunto formado por el Arsenal Militar y los castillos defensivos de la ría, La Palma y San Felipe. Aquel que tenga la suerte de realizar una visita conociendo este episodio de nuestra historia podrá disfrutar del verdadero valor de Ferrol.
–


–
–
8.- DOS ILUSTRADOS, FEIJÓO Y SARMIENTO
El fraile benedictino Benito Jerónimo Feijoo, nacido en Ourense en 1676, es una de las figuras más destacadas de la Ilustración en España. Desde el monasterio de San Julián de Samos (Lugo) primero, y San Vicente de Oviedo después, dedicó toda una vida al estudio y a la ciencia. No se puede afirmar que el siglo XVIII en España haya sido el más brillante culturalmente hablando, y es por ello que deberíamos sentirnos muy orgullosos de que un foco de luz y sabiduría se proyectase desde nuestro tierra, gracias al ilustrado Feijoo.
Nacido en el seno de una familia hidalga, Feijoo se formó en Allariz y San Esteban de Rivas de Sil, hasta que toma los hábitos en el monasterio de Samos, a los 14 años de edad. Una vez realizada la profesión como benedictino, el padre Feijoo continúa formándose en distintos centros monásticos, hasta su traslado a Oviedo, donde ejerce la docencia y acaba doctorándose en Teología. En la capital asturiana residirá apaciblemente, lejos de la corte madrileña. Tan sólo viaja a Madrid en dos ocasiones, con motivo de las publicación de sus libros. El ilustrado orensano gozó en vida de prestigio y admiración, entregándose al estudio debido a su gran curiosidad intelectual, pero sin dejar de cumplir con las obligaciones de la Orden de San Benito.
La labor literaria del padre Feijoo es fundamentalmente ensayística y toda la crítica reconoce con unanimidad su contribución a la formación del ensayo como género. «Teatro crítico» (1726) es probablemente su obra más conocida –una mirada crítica a todo tipo de materias–, junto con «Discursos varios en todo género de materias para desengaño de errores comunes» (1726-1739) –destinada a combatir todo tipo de errores científicos o populares–. El ilustrado gallego también firmó otros títulos como «Cartas eruditas y curiosas» (1742) e incluso probó suerte con la poesía, inédita en su tiempo, pues «Poesías inéditas» no fue publicada hasta el siglo XX.
Termino este apartado haciendo referencia a otro personaje muy relevante en la Ilustración española: el Padre Martín Sarmiento. Nacido en El Bierzo, pasó gran parte de su vida en Galicia, desde la que proyectó su sabiduría. Defensor y divulgador de la obra de su compañero de orden, Feijóo, se preocupó igualmente por el estudio de la lengua gallega. Es por ello que el Seminario de Estudos Galegos, importante institución fundada en el siglo XX, acabó llevando su nombre, cuando en 1944 pasa a depender del CSIC y el organismo toma la denominación de Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento.
–

–
–
9.- LOS MÁRTIRES DE CARRAL
Se escribieron en Galicia importantes hechos durante el siglo XIX, una centuria muy convulsa a todos los niveles. El principal foco del liberalismo gallego fue la ciudad de A Coruña, donde tenían lugar tertulias como la de Juana de Vega. Y personajes como Sinforiano López pero, sobre todo, el general Díaz Porlier, autor del levantamiento contra Fernando VII en 1815, fueron ejecutados en nuestra tierra a causa de sus ideas liberales. Sin embargo, hay un episodio que destaca sobre todos los demás, y ése es el de Mártires de Carral, también llamado la Revolución del 46.
El duro gobierno del, en apariencia, moderado Narváez, causó gran descontento entre los liberales gallegos, especialmente por el agravio que suponían sus políticas tributarias. El comandante Miguel Solís y otros personajes como el provincialista Antolín Faraldo crearon la Junta Superior Provisional de Gobierno de Galicia, cuya finalidad era organizar una sublevación contra el gobierno de Narváez. Para acabar con los sublevados gallegos, el presidente impulsó una operación militar, a manos del general Concha. La contienda se extendió de Monforte a Ourense, hasta llegar a Santiago, donde, Solís y los suyos, ya acorralados, acabaron entregándose. El general y otros once hombres fueron ejecutados en la localidad coruñesa de Carral, después de un juicio sumarísimo. Es por ello que pasaron a la historia como los Mártires de Carral.
Ramón Otero Pedrayo, en su novela «Os camiños da vida», ambientada en el siglo XIX, recoge este importante episodio de nuestra historia, en un momento en el que la labor de Solís y los demás sublevados era ya reconocida. A comienzos del siglo XX se levantó en Carral el monumento conmemorativo que hoy podemos visitar. Por tratar de defender un sistema tributario más justo para Galicia, y por los discursos de Faraldo en defensa de nuestra tierra, son muchos los que consideran este episodio como un conato de los futuros movimientos galleguistas.
–


–
–
10.- EL GALLEGO EN LA CULTURA: EL GRUPO NÓS
Vuelvo a mencionar a doña Emilia para introducir este hecho de la historia de Galicia, en apariencia irrelevante y cargado de visión local, pero no así para aquel que conoce el devenir de nuestra tierra desde el siglo XVI. Explicaba la autora coruñesa, en una de sus múltiples conferencias –recogidas, por ejemplo, en la obra «De mi tierra» (1888)– el trágico silencio de Galicia en las artes, sostenido a lo largo de muchos siglos. A excepción del ilustrado Feijóo, nula fue la aportación de los gallegos a la literatura española, para cuanto menos la creación en gallego, teniendo en cuenta la situación sociolingüística de nuestra lengua. Esta circunstancia empieza a cambiar gracias a los autores del llamado Rexurdimento –Rosalía, Curros o Pondal–, pero, sin lugar a dudas, alcanza su máximo apogeo y la consolidación definitiva con las generaciones posteriores, en especial la de las Irmandades da Fala y el Grupo Nós. Si las primeras fueron precursoras de un asociacionismo de intelectuales a favor de la lengua gallega, la Xeración Nós supuso el aterrizaje definitivo del gallego en un mundo durante siglos restringido: el de la cultura. Vicente Risco, Ramón Otero Pedrayo, Alfonso R. Castelao, Florentino López Cuevillas… artistas e intelectuales que escriben –literatura, ensayo, periodismo–, imparten seminarios, ejercen la docencia, etc. Y, todo ello, desde una óptica galleguista y utilizando siempre la lengua propia. Cómo vamos a restarle importancia a un hecho de este calibre, después de más de 500 años de silencio artístico y cultura. Tener en las manos su gran producto, la Revista Nós, debería emocionar a cualquier gallego. Para mí, hojear sus diferentes números en la biblioteca pública de Ourense, que precisamente lleva el nombre de esta generación, es unos de los recuerdos más bonitos que me llevo de mi etapa orensana. Por el centenario de la publicación del primer número de la revista se organizó en el año 2020 una maravillosa exposición a la que le dediqué este reportaje (click para leerlo).
–







–