Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
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Después de varios reportajes localizados en el Cantábrico, retomo la temática de Galicia con una entrada que tenía pendiente publicar desde hace bastante tiempo, dentro de la serie «Pueblos de Galicia». Rara es la vez que escribo sobre una localidad al completo, pues hasta ahora en la web lo más habitual han sido rutas temáticas o monumentos específicos como protagonistas. Pero el de hoy bien lo merece, veremos por qué.
Año tras año, Allariz mantiene su puesto en los listados de pueblos más bonitos, no sólo de Galicia, sino también de España. Se trata de una localidad orensana situada en la comarca de Allariz-Maceda, a escasos 25 km de la capital, atravesada por el río Arnoia y con un interesantísimo pasado castrexo, medieval e industrial.
Buena parte de su fama se debe a las acertadas políticas de recuperación urbanística desarrolladas en las últimas dos décadas. Este hecho, unido a la variedad de servicios, la convirtió en opción residencial para muchos orensanos. Y se intuye que en los próximos años continuará esta preferencia, a pesar del encarecimiento de la vivienda, la transformación del tejido comercial y la tendencia seguida por los locales de hostelería, circunstancias de las que ya se hacen eco algunas voces críticas.
He tenido la suerte de poder visitar Allariz en bastantes ocasiones durante los dos últimos años. Pero ya durante las primeras escapadas me quedó claro que sería imposible publicar en esta web un reportaje general sobre la villa alaricana. Es tal la cantidad de patrimonio que atesora, tanta la variedad de elementos interesantes que encajan con el enfoque de esta página web, que lo más inteligente es centrarse en aspectos concretos. Y por eso publico hoy esta pequeña entrada, que probablemente no será la única protagonizada por Allariz, pero sirve de introducción: se centra en las, a mi juicio, cinco notas imprescindibles a tener en cuenta antes de viajar a esta preciosa villa.
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Muy resumidamente y obviando los períodos más lejanos en el tiempo, la historia de Allariz comienza en el siglo VI. Y es que el propio topónimo, «Vila Aliaricii», nos retrotrae al período suevo, como referencia a una propiedad de Alarico. Más tarde, durante los siglos centrales de la Edad Media, Allariz será lugar de asentamiento de monjes guerreros, los cuales, con el apoyo de la monarquía asturleonesa, le ganarán la partida a la nobleza autóctona y llenarán el territorio de monasterios ―San Trocado, San Martiño de Pazó, etc.―. En la llamada «Era Compostelana» y de la mano de Alfonso VI se produce la construcción del castillo y el burgo crece; se levantan las iglesias románicas que hoy vemos y nace también una burguesía artesana y comercial. Finalmente, durante el reinado de Alfonso VII se consigue el foro que convierte a Allariz en villa real. Y será en el siglo XIII, con el apoyo de la reina doña Violante, cuando tiene lugar la fundación del monasterio de Santa Clara. En los siglos XVI y XVII se construye un buen número de casas fidalgas, se colocan los famosos cruceros y se funda el Pósito Agrícola. Y tras un descanso la historia nos vuelve a hablar de Allariz durante el convulso siglo XIX, que comienza con la invasión napoleónica y la desamortización, lo que para nuestra protagonista supone una gran transformación, ya que, por ejemplo, se desmantela el castillo y desaparece un buen tramo de la muralla. Es a finales de este siglo y gracias a la industria del lino, que contaba con más de 50 talleres, cuando la villa alaricana vivirá momentos de esplendor poblacional y económico. Para acabar, este breve viaje histórico nos sitúa en el siglo XX, cuando la industria del cuero se convierte en el principal motor económico; situación que se mantiene hasta mediados de los años 60, cuando comienza un período de decadencia al que se le plantará cara en la década de los 90, con las citadas políticas de recuperación urbanística que hacen que Allariz sea hoy uno de los pueblos más famosos de nuestra tierra. Patrimonialmente hablando, goza de la consideración de Conjunto histórico-artístico desde 1971.
Y en este contexto, las cinco notas que no debe obviar el viajero que visita Allariz, son las siguientes:
1. La «Virxe Abrideira» del monasterio de Santa Clara
2. El románico alaricano
3. «A Festa do Boi»
4. El río Arnoia: de la industria curtidora a la recuperación urbanística
5. Una gran oferta museística
**Y más
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1. La «Virxe Abrideira» del monasterio de Santa Clara
El convento de Santa Clara goza de la titulación de «real» porque su fundación está unida a la memoria de Doña Violante, esposa del rey Alfonso X «el Sabio». Fue iniciativa suya fundar en Allariz, villa donde residieron, un monasterio que siguiese la regla de San Francisco y Santa Clara de Asís. La construcción comienza en 1286 y en el año 1300 es enterrada allí la reina, quien enriqueció al monasterio con privilegios, rentas y joyas. A partir de este momento, muchas doncellas gallegas encontraron en los claustros alaricanos su lugar de santificación. El monasterio que hoy vemos, exceptuando algún pequeño y sencillo vestigio gótico, es de fábrica barroca. La gran fachada que cierra el campo da Barreira ―destinado tradicionalmente a ferias y mercados― es de una evidente sobriedad franciscana, aunque date del siglo XVIII. Encontramos la excepción en su extremo izquierdo, más original y sugestivo, de influencia compostelana. El resto del conjunto también data de la misma época y lo más destacado es la iglesia y el claustro.
El concepto de «virxe abrideira» responde a un tipo formal de imagen que permite abrirse para dentro reconocer otras imágenes o temas. Gozaron de cierto atractivo en su época, sobre todo en Francia y España, hasta que el Concilio de Trento, preocupado por la ortodoxia en la iconografía, las prohibió. En consecuencia, a lo largo de los siglos XVI y XVII fueron desapareciendo. Las vírgenes abrideras se suelen clasifican en tres tipos: Vírgenes de la Trinidad, Vírgenes de Dolor o Vírgenes de Gozo. Otras clasificaciones permiten diferenciarlas por su actitud ―de pie o sedentes― o por el material del que están hechas ―marfil en contextos de culto cortesano y madera policromada en el mundo rural y popular―. En otros países se conservan varias, mientras que en la Península Ibérica están localizadas las siguientes. Dos en madera: Nuestra Señora de Buriñondo (Vergara, Guipúzcoa) y San Salvador de Toldaos (Triacastela, Lugo). Y tres en marfil: la de la Catedral de Salamanca, la de la Catedral de Évora y la de San Clara en Allariz.
La historia de la Virxe Abrideira de Allariz está vinculada a los tiempos fundacionales del convento, aunque no exista documentación que lo aclare con exactitud. Probablemente formase parte del mobiliario y objetos sagrados que Doña Violante, en su testamento de 1292, lega a la casa. Quizá formase parte del oratorio de la reina, por su fácil manejo y traslado y la posibilidad de crear un altar portátil gracias a la apertura. En el siglo XVII un cronista franciscano recoge esta información y subraya la gran devoción que suscita la pieza. Otros documentos mencionan igualmente el vínculo con la reina. Y una pista más: la similitud con otras piezas del mismo entorno real, como la Virgen de las Batallas de Sevilla, propiedad de Fernando III, padre de su marido. Por último, conviene añadir que en el siglo XVIII Ambrosio de Morales recoge la leyenda sobre esta Virgen, primera referencia historiográfica de la imagen. Existen muchas dudas con respecto a su origen, que podría ser francés pero también español. Con respecto a la cronología, si bien está claro que se trata de una imagen gótica, la mayoría de autores apuntan al siglo XIII, aunque otros defienden su creación en el siglo XIV.
En cualquier caso, estamos ante una figura de 251 mm de altura sin peana, hecha en marfil y que presenta restos de policromía. La peana suma 63 mm y está hecha de marfil y ébano. Cerrada presenta a una Virgen sedente sobre trono, vistiendo túnica y manto. La Virgen sonríe y luce un cabello ondulado con velo, aunque existen dudas sobre si llevaba corona o no. María sostiene al Niño, frontalmente dispuesto y sentado sobre su pierna, quien sujeta una bola y bendice ―todo ello responde al esquema típicamente medieval―. Con la pierna izquierda la Virgen somete a un animal, en alusión a María como vencedora del mal. En posición abierta, la figura se abre desde el cuello y forma una especie de tríptico con tres calles y tres cuerpos, representando los siete gozos de Nuestra Señora en las siguientes escenas ―de izquierda a derecha y de arriba a abajo―: Asunción y Coronación de María; Resurrección, Ascensión del Señor y Pentecostés; Anunciación, Nacimiento de Jesús y Adoración de los Reyes.
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2. El románico alaricano
Allariz no se desmarca del resto de la provincia de Ourense y el románico es uno de los puntos fuertes de su conjunto patrimonial. Dentro de él destacamos cuatro iglesias, un puente y los restos de un castillo.
La iglesia de Santiago, construida en el siglo XII, es la más notable. Lindante con la Plaza Mayor, está situada en el centro de la villa. Se trata de un templo de nave única cerrado con un maravilloso ábside, de planta semicircular y con el muro dividido en cinco paños separados por columnas. Las tres ventanas centrales de éste sobresalen por su diseño suntuoso en las arquivoltas, las columnillas y algunos fustes. El alero está formado por una banda de arquitos salientes y buenos canecillos y en las metopas encontramos decoración con cabezas humanas y de bestias, además de motivos vegetales y geométricos. Por lo demás, de este templo podemos destacar también su portada principal, la oeste, y la del mediodía. Unos accesos muy ornamentados a base de dientes de sierra, sucesiones de cilindros, cruces, rosetas, ruedas solares, etc. En los capiteles podemos observar hojas carnosas, figuras de animales y hombres de cuerpo entero. Una joya.
La iglesia de Santo Estevo fue construida en el siglo XIII, pero rehecha casi por completo en el siglo XVI. En el exterior, si nos situamos frente al muro de poniente, nos encontramos con una portada de tímpano liso y una pareja de columnas con hojas en los capiteles. Y en el muro del mediodía, una buena colección de canecillos ―con bustos humanos, animales y fieras de cuerpo entero―. Otras piezas medievales se incrustaron en la torre. Muy peculiares son también los tres lucillos sepulcrales, con grandes cruces cinceladas en las tapas.
La iglesia de San Pedro, aunque originaria del siglo XII, también sufrió importantes reformas en el XVI. De la obra medieval tan sólo queda parte del muro sur. Lo más interesante son los modillones y una ventanilla. La portada que hoy observamos fue incrustada con posterioridad y procede de San Salvador de Piñeiro.
La iglesia de Santa María de Vilanova, rodeada por el cementerio, fue construida en el siglo XII y perteneció a la Orden de Malta. El ábside fue ampliado en el siglo XVI y la espadaña añadida en el XIX. Por lo demás, de la obra original destaca la portada sur, compuesta por dos arquivoltas, siendo especialmente singular la externa por los arquitos de herradura que presenta. Interesante es también la chambrana con ganchos que semejan flores de lis. También debemos detener la mirada en las ménsulas con cabezas de hombre y mujer, o en las hermosas ventanas del norte. La iglesia cuenta con un bonito rosetón en cabecera.
Y para terminar este breve repaso, el puente de Vilanova cruzando el Arnoia, originario del siglo XII, además de los restos del antiguo castillo en el cerro rocoso que corona la villa.
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3. «A Festa do Boi»
Para hablar de la fiesta más famosa de Allariz debemos viajar en el tiempo hasta el año 1317, nada más y nada menos. En el Jueves de Corpus de aquel año, la procesión de la parroquia de San Pedro se preparaba para salir, sin saber lo que finalmente iba a suceder…
La fiesta estaba instaurada desde 1214, pero en la fecha concreta a la que nos referimos se celebraba por primera vez con acuerdo pontificio. En la villa existía gran tensión con la comunidad judía, quien solía burlarse de los cristianos, especialmente en sus festejos. La presencia de los judíos en Allariz está documentada desde 1186, aunque en el posterior foro de Alfonso VII no se regulase nada sobre la convivencia con ellos. Se sabe que vivían en los suburbios de la parroquia de San Pedro, entre la Torre Lombarda y la Puerta de Vilanova, dentro de la muralla, muy vinculados a la actividad de los curtidos. A pesar de que la legislación conciliar de Toledo establecía la segregación, lo cierto es que se obviaba y encontramos referencias documentales a un buen número de conflictos previos. Así, en el año 1289 se firma un importante documento, la «carta de avinza», regulando de mutua acuerdo la convivencia. A pesar de esto, en Allariz la comunidad judía se siente amenazada y en competencia económica y social con el resto de habitantes. En este contexto de rencillas es donde surge la figura de Xan de Arzúa, cabecilla valiente que planta cara a las burlas de los judíos durante la procesión cristiana, a lomos de un buey y con ayuda de sus criados. Siempre basado en la leyenda, Xan fue una especie de héroe, que con la ayuda del animal protagonista defiende la dignidad de los cristianos; algo que el pueblo creyó muy loable, teniendo en cuenta lo difícil que sería encontrar voluntarios dispuestos a enfrentarse a una comunidad tan poderosa como la judía. El mito de lo ocurrido aquel día de Corpus rápidamente se extendió a otras localidades donde residían comunidades judías, como Ribadavia.
Lo acontencido pervivió en la memoria de los alaricanos durante muchos siglos, aunque el festejo sufrió vaivenes debido a las vicisitudes históricas. La comunidad judía se traslada extramuros tras los sangrientos sucesos ocurridos en 1391 en todo el reino. La decadencia de los judíos comienza a finales del siglo XIV y se completa en el XV. Mientras Allariz crece en casas fidalgas y gremios, la comunidad judía se acerca a su desaparición. Cuando llega la Pragmática expulsión de los Reyes Católicos en 1492, sabemos que en Allariz se habían dado conversiones masivas y abandonos de religión, por lo que los efectos de tal disposición fueron mínimos. Aún así, el mito de Xan de Arzúa no muere, al ser entendido como un ejemplo de fuerza por la libertad y dignidad del pueblo. Es en el siglo XVI cuando se consuma la desaparición de la comunidad judía al destruirse el cementerio y la sinagoga, en pleno frenesí constructivo, tanto civil como religioso. Las piedras de aquellas construcciones probablemente fueron reutilizadas en otras nuevas. La prosperidad se traslada también a los festejos, como el del Corpus, con presencia del buey. En su momento Xan de Arzúa contó con una fundación, que legó al ayuntamiento para administrar su dote; fundación que funcionó desde su nacimiento en el siglo XIV hasta 1875. Pero en los siglos XVII y XVIII la fiesta se ve afectada por el contexto de la Contrarreforma: hasta el momento los límites entre lo religioso y lo profano no estaban claros, pero ahora los elementos profanos se suprimen de los festejos. Cuando vuelve la prosperidad, ya bien entrado el XVIII, Allariz consigue exención a la prohibición de toros y novillos, y el buey vuelve a participar en la procesión del Corpus, aunque en clara decadencia. El olvido se consuma en los siglos XIX y XX, malos tiempos para esta tradición, que deja de contar con la presencia del animal; incluso el festejo del Corpus se ve relegado por las fiestas de San Benito. Tras la Guerra Civil comienza un lento despertar, que finalmente queda en nada porque la villa entra en decadencia con la desaparición de la industria del cuero y la reducción de su población casi a la mitad.
La verdadera recuperación da «Festa do Boi» tiene lugar en los años 80, gracias a la confluencia de dos factores: la existencia de un grupo de restauradores ―entre ellos, el político Anxo Quintana― y la voluntad del pueblo de sumarse al proceso de restauración. ¿Los motivos? Razones antropológicas, etnográficas y, por supuesto, la necesidad de diversión. Es en junio de 1983 cuando vuelve el festejo, con representaciones escénicas, pasarrúas, vino y orquesta. Con los años, estas fiestas han ido creciendo hasta lo que son hoy: varios días de celebración y un variado programa de actividades.
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4. El río Arnoia: de la industria curtidora a la recuperación urbanística
Hablar de Allariz es hacerlo del río Arnoia. La fisonomía de la villa está marcada por el curso fluvial. El visitante que hoy se acerca a la villa alaricana probablemente comenzará a pasear en alguna de sus orillas, sorprendido por la belleza del paisaje. ¿Pero siempre ha sido así? En el imaginario colectivo Allariz, al igual que Pontevedra, es el gran triunfo de las políticas urbanísticas de la izquierda nacionalista, casos siempre mencionados como argumento a favor de este partido.
En Allariz, gracias al río Arnoia, floreció una importante industria de curtidos que sobrevivió hasta la década de los 60. Algunas de aquellas construcciones industriales todavía podemos conocerlas hoy, aunque en forma de museos y hoteles, como es el caso del Museo do Coiro o del hotel Torre Lombarda. Pero su decadencia también trajo consigo contaminación y degradación del paisaje ―con vertidos tóxicos en el río― en una población que poco a poco le había la espalda al río, urbanísticamente hablando. Hasta que a finales de los 80 se planta cara a la situación de abandono: dimite el alcalde tras la presión ejercida por las asambleas de vecinos, hartos del nivel de contaminación. Así, con el cambio de gobierno, comienza la transformación de espacios. Medidas como la creación de zonas verdes en el entorno del Arnoia, la escuela-taller Ziralla y las ayudas para la rehabilitación de viviendas en el casco histórico, así como el impulso del turismo, transforman Allariz. Todo ello le valió, en el año 1994, el Premio Europeo de Urbanismo. Y desde el año 2005, el área es también Reserva de la Biosfera.
Al comienzo, al final o entremedias. En cualquier visita a Allariz se pasea con el río Arnoia. Grabadas tengo varias imágenes de los que yo di. Me quedo con el que se puede dar al anochecer, desde el Museo do Coiro hasta el puente de Vilanova, aunque sea bajo la lluvia.
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5. Una gran oferta museística
Que una localidad como Allariz, que no supera los 7.000 habitantes y ya cuenta de por si con un interesante conjunto patrimonial, haya hecho el esfuerzo de crear semejante oferta museística merece todo mi reconocimiento. Son cinco los museos con los que cuenta la villa, variadísimos en cuanto a temática y espacio:
– El Museo Galego do Xoguete está ubicado en un antiguo pazo señorial del siglo XVII. Grazas a la donación de un vecino, Alberto Oro, en 1994 abre sus puertas este con una colección de 800 piezas que suponen un auténtico repaso por el mundo del juguete en el siglo XX.
– En una construcción del siglo XII, la casa de los Castro Oxea, se ubica el Museo da Moda, con una muestra que gira alrededor de esta temática pero también ofrece un repaso por la vida en Allariz a lo largo de los siglos.
– A la Casa-Museo Fundación Vicente Risco ya le dediqué un amplio reportaje (click aquí). Está ubicada en una casa de la rúa San Lourenzo, perteneciente a la familia de su mujer y donde el escritor pasó largas temporadas. Sin duda se trata de una visita imprescindible para el que quiera ahondar en la vida y la obra del escritor gallego.
– El Museo de Arte Sacra de Santa Clara, como su propio nombre indica, está formado por una selección de piezas procedentes de la vida monástica, repartidas en tres pequeñas estancias, y entre las que destacan la Virxe Abrideira o la cruz de doña Violante.
– Fruto de la importancia de este industria en la historia de Allariz, el visitante no puede pasar por alto el Museo do Coiro, junto al río Arnoia. Se trata de un espazo museístico ubicado en una impresionante construcción del siglo XVIII y que permite conocer muy de cerca el proceso del curtido.
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**Y más
– Los famosos almendrados de Allariz, el dulce más típico de la localidad, que puedes probar en pastelerías de toda la vida como Confitería Luisa. Sobre una oblea se deposita la masa, hecha con almendra molida, azúcar y clara de huevo, antes de ser horneados. Los almendrados son un regalo que siempre triunfa en nuestra casa. No se puede dejar Allariz sin probarlos.
– El comercio local, compuesto por tiendas vintage, de artesanía, de ropa alternativa, etc., al que ahora se suma un enfoque outlet de grandes marcas como Adolfo Domínguez, Roberto Verino u otras del grupo Inditex.
– La variedad de locales de restauración y hostelería, que van de la de alta cocina al tapeo, pasando por los que tienen escenario para música en directo o grandes terrazas.
– El Festival Internacional de Xardíns de Allariz, un evento que permite disfrutar durante varios meses de propuestas de jardines efímeros, seleccionados entre todas las recibidas desde diferentes puntos de la geografía mundial. Cada año, cerca de 40.000 personas visitan esta cita ya consolidada, pionera en la Península, que se prolonga de mayo a octubre, en una extensión de tres hectáreas, con diez muestras a concurso.
– Y dentro del concello, en una parroquia situada a unos 10 kilómetros, una visita patrimonial de lujo: la iglesia de Santa Mariña de Augas Santas y la ruta temática de la santa que culmina en el castro de Ameá, sobre la que próximamente espero publicar una entrada completa.
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Bibliografía
GIL, M. (2014). Allariz: a construción dun país [1989-2014]. 25 años de acción transformadora. Ourense: Difusora de letras, artes e ideas
GONZÁLEZ GARCÍA, M. A. (1998). La Virgen Abrideira de Santa Clara de Allariz. Ourense: Grupo Francisco Moure
SAINZ SAIZ, J. (2008). El románico en Ourense. León: Ediciones Lancia
VVAA (2003). Festa do Boi en Allariz desde 1317. Ourense: Difusora de letras, artes e ideas
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Enlaces
Folleto Turismo de Allariz – MUSEOS:
https://www.allariz.gal/turismo/wp-content/uploads/2020/06/MuseosAllariz2020.pdf
Folleto Turismo de Allariz – PATRIMONIO:
https://www.allariz.gal/turismo/wp-content/uploads/2019/02/Patrimonio-Allariz-Folleto.pdf
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