Texto y fotografía: María Berini Pita da Veiga
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Desde el año 1996, el pueblo gallego de Vimianzo (A Coruña) celebra en el mes de julio el llamado “Asalto ao castelo”, un festejo que pretende conmemorar las revueltas irmandiñas que tuvieron lugar en Galicia durante el siglo XV.
En el imaginario gallego siempre han estado presentes los “irmandiños”, pero, ¿quiénes fueron realmente? ¿Qué ocurrió en Vimianzo para que año tras año se celebre esta fiesta con tanto éxito?
El hecho de que este año Óscar y yo acudamos a la fiesta nos ha servido para estudiar un tema que desde siempre nos había interesado pero que ahora, con mayor motivo, hemos querido conocer a fondo.
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Vista lejana del Castillo de Vimianzo
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La Galicia del siglo XV
En la Baja Edad Media, los territorios gallegos forman parte de la Corona de Castilla. Atrás quedan los tiempos en que nuestra comunidad llegó a ser un reino independiente o aquellos en los que estábamos sometidos a la corona leonesa.
Aterrizando ahora en el terreno que nos ocupa, la segunda mitad del siglo XV, conviene empezar aclarando que la corona castellana estaba en manos de Enrique IV, hermanastro de la gran reina Isabel I, conocida como la católica. No fue fácil el reinado para este monarca, apodado cruelmente “El Impotente” por sus problemas para tener descendencia. Si Isabel la Católica pasó a la historia por frenar a la archipoderosa nobleza y conseguir someterla al poder regio, su hermanastro Enrique vivió siempre en permanente alerta por culpa de este estamento. El poder de la nobleza feudal era una amenaza generalizada en toda Europa, lo que llevó a los monarcas a vincularse a las ciudades y a favorecer con concesiones al pueblo. Pero Enrique IV no sólo tuvo que hacer frente exclusivamente a la nobleza, pues otros asuntos marcaron en gran medida su reinado, como el conflicto sucesorio (en vida se enfrentó a su también hermanastro Alfonso, aunque la Guerra Civil tuvo sus peores consecuencias una vez fallecido Enrique, con Juana la Beltraneja e Isabel como protagonistas) junto con circunstancias negativas a nivel económico y social (coletazos de la crisis bajomedieval, todavía sin superar).
En Galicia, el siglo XV es una centuria muy convulsa. El poder real es tan débil, que los cronistas de la época señalan que Galicia es un reino sin rey. A pesar de todo, las ciudades y la Iglesia son fieles al monarca, mientras que los grandes señores no lo son. En esta coyuntura, la nobleza feudal extiende su poder a lo largo de vastos territorios, con sus evidentes consecuencias sociales, políticas y económicas para todos los habitantes. En manos de los nobles estaban además muchas fortalezas, torres y otros conjuntos arquitectónicos de tipo defensivo.
Señala Barros Guimeráns que “el reino medieval de Galicia estaba superseñorializado, no había tierra sin señor (…) En estas duras circunstancias los vasallos precisaban ampararse en el Rey en la lucha primordial contra los señores, caballeros y prelados…”. Precisamente la conciencia antiseñorial hizo que las críticas al rey por sus omisiones y ausencias frente al poder nobiliario se fuesen incrementando en los concejos. Por otro lado, las relaciones entre el pueblo y el rey, por razones obvias, no eran tan directas. Pero, en resumidas cuentas: “En las condiciones de una Galicia en la que mandaba el señor más fuerte, la base del monarquismo campesino (…) era acudir al Rey para liberarse de un agresivo dominio señorial; ser libres en la Galicia bajomedieval venía siendo lo mismo que ser del Rey, aunque el Rey no quisiera (…) los gallegos querían vivir en lugares realengos. La extrema debilidad del poder real en la Galicia del siglo XV ayuda a explicar esta identificación libertad-realengo.”
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Os irmandiños y las revueltas de 1467
Aunque en el lenguaje común usemos el término irmandiños, con él estamos haciendo referencia a una institución, la llamada “Santa Irmandade do Reino de Galicia”, que Enrique IV concede hacia febrero de 1467, después de varios años de resistencia frente a los señores gallegos. La hermandad se crea con el fin de perseguir malhechores y guardar el orden público. La concesión real le dió unidad, organización y derecho a la resistencia contra la tiranía.
Pero pronto se excederá este marco. Después de varias revueltas previas a nivel local, todas consecuencia del sentimiento acumulado de agravio, en la primavera de 1467 tiene lugar una insurrección justiciera contra los males y daños que el pueblo recibe de las fortalezas de los señores. Al grito de «¡Viva El-Rey!«, frase que tomaba un significado legitimador y movilizador, se produjeron múltiples ataques a propiedades nobiliarias. No era nada fácil tomar por combate una fortaleza medieval, pero la superioridad numérica de los irmandiños y la ira justiciera lo favorecía.
Nos dice Barros Guimeráns que “en la revuelta irmandiña contra los señores de las fortalezas participaron gentes de todas las clases, órdenes y grupos sociales, la “sociedad civil” en su conjunto; si bien, lógica y cuantitativamente la mayoría de los irmandiños fueron campesinos, pescadores y artesanos”. Los irmandiños también contaron con el apoyo de la Iglesia. No es de extrañar, teniendo en cuenta que la Iglesia también sufría la usura de los nobles.
Los irmandiños formaron ejércitos de milicianos de ámbito regional, uniendo localidades y comarcas, que se juntaban para acometer asedios o batallas grandes, implicando o intentando implicar en alguna ocasión al conjunto de Galicia. En el año 1467, la ira contra las fortalezas llevó a los irmandiños a derribar cuanto castillo y torre había en Galicia.
En el año 1469, tras dos años de poder irmandiño, ejércitos convocados por los señores feudales (como el Conde de Lemos) intentan frenar el éxito de la hermandad y sus revueltas. Durante un tiempo continúan las batallas a campo abierto, mientras algunas ciudades resisten. Diversas vicisitudes, como el fin de la Guerra Civil en Castilla y otras de carácter local hicieron que, tal y como señala Barros Guimeráns, el final irmandiño fuese un “final sin castigo”. La escasa represión contra los líderes irmandiños, los actos de justicia logrados mientras estuvieron en el poder y el hecho de que muchas fortificaciones nobiliarias no fuesen reconstruidas, prueban el éxito de la revuelta irmandiña. Sin embargo, puede decirse que la gran aportación a la Historia de este movimiento es la sensibilidad colectiva, la «mentalidad justiciera» que guió los pasos de una multitud contra la nobleza feudal.
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La Casa Moscoso y el castillo de Vimianzo
La Casa de Moscoso, un linaje muy influyente y con amplia presencia en los conflictos políticos de la Compostela bajomedieval, era, a mediados del siglo XV, la propietaria de la fortificación situada en Vimianzo.
La fortificación fue destruída durante uno de los referenciados asaltos contra el abuso de los nobles en 1467. Sin embargo, el Castillo de Vimianzo es uno de los casos de reconstrucción al poco tiempo de la revuelta, y en pocos años también los Moscoso recuperaron su propiedad. El aspecto que presenta en la actualidad se corresponde precisamente con esa reconstrucción del siglo XV.
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Asalto ao castelo: una fiesta de verano
Como ya comentaba antes, cada mes de julio el ayuntamiento de Vimianzo conmemora el suceso a través de la fiesta “Asalto ao castelo”. El evento principal tiene lugar el sábado por la noche, cuando se lleva a cabo el simulacro de asalto por parte de un grupo de personas caracterizadas como irmandiños. Sin embargo, “Asalto ao castelo”, cuyos festejos se reparten durante toda la semana, incluye ruta de pinchos, conciertos, cena medieval, feria de artesanía, etc. Toda la información se puede consultar en la página web del evento.
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Cartel de «Asalto ao castelo» 2018
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BIBLIOGRAFÍA
BARROS GUIMERÁNS, C. (2006). Lo que sabemos de los Irmandiños. Clío & Crimen 3, pp. 36-48.
BARROS GUIMERÁNS, C. (1994). ¡Viva el Rey! Rey imaginario y revuelta en la Galicia bajomedieval. Estudia historica. Historia medieval 12, pp. 83-101.
BARROS GUIMERÁNS, C.. (1991). Revuelta de los irmandiños. Los gorriones corren tras los halcones. Historia de Galicia, 24
GALBÁN MALAGÓN, C. J. (2015). Relaciones de poder y memoria de un linaje. La intervención de la Casa Moscoso en la Compostela de los siglos XIV-XV. Madrygal, Revista de Estudios Gallegos vol. 18, pp. 13-31.
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