Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
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Hace unos meses escribí algunos artículos para la revista A Revolta, teniendo dos de ellos como temática las leyendas tradicionales gallegas.
Empezaba el primero de esos artículos justificando el motivo con la siguiente introducción:
Sin embargo, si por algo somos afortunados los que vivimos en esta tierra es porque, Galicia, aún cuando crees haberla disfrutado del todo, siempre tiene algo más que ofrecer. Este artículo pretende poner el foco en esa Galicia alternativa, en ese patrimonio que bien podríamos llamar oculto —bien por la desprotección al que está sometido, bien por el ostracismo al que está condenado o bien por el desconocimiento que la mayoría tienen de él—. Y es que, haciendo uso del refranero español, no hay peor látigo que el de la indiferencia. Pero, como siempre hay un roto para un descosido, aún quedan personas que se dedican —por puro amor al arte— a intentar descubrir todos esos pequeños —pero a la vez muy grandes— planes que nuestra tierra nos ofrece.
La primera parada bien podría titularse la Galicia de Leyenda. “Las leyendas tradicionales gallegas”, del escritor coruñés Leandro Carré Alvarellos, es un magnífico material de apoyo para los que quieran emprender aventuras que nos trasladen a escenarios de insólitas leyendas. Curioso es haber descubierto esta obra por un navarro (ya se sabe: tenemos ojos para admirar lo ajeno pero no para lo propio). La obra de Carré Alvarellos está compuesta por una amplia serie de leyendas cuyo escenario son diferentes puntos de la geografía gallega, clasificadas por temática: populares, religiosas, fantásticas, históricas y novelescas. Su utilidad es enorme, pues nos puede ayudar tanto a elegir un destino (el cual o bien desconocíamos o bien no despertaba nuestro interés) como a añadirle un plus a alguno que hayamos seleccionado previamente. ¿Es posible visitar Mondoñedo sin conocer la leyenda de O Pasatempo y el Mariscal Pardo de Cela? ¡Imposible!
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Si bien esta vez no haré mención a leyendas recogidas por Carré, sí vuelvo a proponer una excursión de temática «mágica»: la iglesia de San Miguel de Breamo.
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Iglesia de San Miguel de Breamo, en Pontedeume
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San Miguel de Breamo es una iglesia románica situada a más de 300 metros de altitud, en el ayuntamiento de Pontedeume, parroquia de Breamo. No es difícil dar con ella una vez localizada la carretera, pues el camino está bien señalizado. Las vistas desde la carretera de acceso son espectaculares conforme vas subiendo, a pesar de que están algo limitadas por los abundantes árboles que han ido creciendo.
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Tres ábsides semicirculares «cierran» la Iglesia
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Se trata de una iglesia aparentemente sencilla, pero con valor desde el punto de vista artístico. Pocas iglesias románicas de su tamaño tienen planta de cruz latina y tres ábsides, como en este caso. Genera cierta confusión ver tres puertas diferentes en el templo, aunque la fachada principal es la que está coronada con un rosetón. Junto con éste, un misterioso símbolo encima de otra de las puertas es la única ornamentación (cuyo significado no es fácil de encontrar en las fuentes). Las ventanas son minúsculas, destacando en conjunto tan sólo los contrafuertes y unos pequeños canecillos. En la fachada principal, la del rosetón, con cierta dificultad se puede ver en el contrafuerte izquierdo la fecha de posible consagración del templo: «E MCCXXV», era 1225, que en nuestra calendario corresponde con 1187.
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Símbolo encima de una de las tres puertas del templo
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Fecha de consagración de la Iglesia, inscrita sobre la piedra
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Del interior del templo no puedo hablar, pues no se puede visitar, excepto durante las romerías que se organizan un par de veces al año. El panel explicativo junto a la iglesia dice que es muy interesante, con capitales decorativos y una bóveda de crucería de las más antiguas del románico gallego. Es una lástima que no tenga un horario de visitas como tal para poder verlo.
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El elemento «mágico» de la visita lo aportan la leyenda sobre el rosetón y la tradición de las nueves vueltas.
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Rosetón de once puntas en la fachada principal
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El rosetón de San Miguel de Breamo tiene 11 puntas, según la tradición porque 11 caballeros templarios la custodiaban. Sin embargo, cuentan también que el día 24 de diciembre el rosetón presenta 12 puntas, once por los caballeros y una más porque en el interior del templo se suma un niño dormido. Cuando el día termina, éste desaparece y el rosetón vuelva a su estado inicial, con once puntas.
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Vista trasera de la iglesia
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Con respecto al mal de ojo, dice la leyenda que aquel que da nueve vueltas al templo en silencio consigue espantarlo.
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Lo ideal para completar la visita, que se hace rápidamente, es aprovechar que junto a la iglesia existe un merendero donde sentarse e incluso poder cocinar al aire libre.
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Merendero en el área recreativa junto a la iglesia
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Agradecimiento especial a Óscar, por sus geniales propuestas.
Un artículo muy interesante, muchas gracias!
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¡Muchísimas gracias!
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¡Muchísimas gracias Aitor!
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Hace años leí en algún sitio que los once caballeros templarios habían huido de Palestina, y avergonzados por la derrota de Hattin, en julio de 1187, permanecían en la iglesia de San Miguel de Breamo. Faltos de valor y confianza, una noche más, custodiaban el templo sin salir de él, cuando siendo el 24 de diciembre, Natividad del Señor, un niño se les apareció en el altar y estuvo con ellos hasta el alba. Y se cuenta que la estrella que les iluminaba esa noche tenía una punta más, doce, y no once como se veía en el rosetón hecha piedra. Leyenda o realidad, no se sabe…
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Recuerdo haber leído eso también pero no encontré manera de contrastarlo 🙂
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