Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
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Como ya comenté en otras ocasiones, siento especial debilidad por este tipo de entradas que visibilizan el patrimonio en destinos que no suelen ser conocidos por este motivo. Partiendo de un sentido amplio del término patrimonio, disfruto conociendo las particularidades de cada lugar: su naturaleza, su historia, sus tradiciones… Me arrepiento de no haber llevado la cámara a Ibiza para poder publicar en la web un reportaje al uso siguiendo este enfoque que tanto me gusta. Pero como menos da una piedra, me invento un nuevo formato de entrada, a modo de resumen y con una muestra de fotografías hechas con el teléfono móvil, así como cuadros variados y algún vídeo, que sirve para esbozar un viaje a la isla pitiusa poniendo el acento en su verdadera identidad.
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1. LOS VESTIGIOS DE CUATRO CIVILIZACIONES
– LOS FENICIOS. Es el primer pueblo del que se tiene constancia en la isla. Habitaron Ibiza alrededor del siglo VII a.C., primero en el yacimiento de Sa Caleta (fotografía 1), y más tarde en la actual capital ibicenca, aprovechando las ventajas defensivas y económicas que proporcionaba este nuevo asentamiento.
– LOS CARTAGINESES. La presencia púnica es la más notable hoy en día en la isla, gracias a la maravillosa necrópolis de Puig des Molins (fotografía 2), que cuenta con un museo específico. Se trata de un conjunto arqueológico único en Europa por su tipología, y en él se encontraron cientos de piezas relacionadas con el rito fúnebre que permiten conocer muchos datos sobre la presencia de los cartagineses en Ibiza.
– LOS MUSULMANES. Obviando por su brevedad la presencia de Roma, Bizancio y los pueblos bárbaros en Ibiza, en el siglo X la isla pasa a formar parte del Al-Andalus, siguiendo en lo sucesivo las distintas fases políticas de esta civilización en la península ibérica (califato, taifas, almohades-almorávides, etc.). En la isla pitiusa los musulmanes contribuyeron al desarrollo económico e intelectual de sus gentes, construyeron una importante muralla (fotografía 3). Lo más destacado de su huella lo podemos estudiar visitando el pequeño centro interpretativo Madina Yabisa.
– LOS CRISTIANOS. La corona de Aragón, apoyada en tropas de origen catalán, reconquista la isla de forma definitiva en el siglo XIII. La Catedral de Ibiza –mezcla de estilos que van desde el gótico al barroco– y el espectacular recinto amurallado que mandó construir Felipe II en el siglo XVI, son dos buenos ejemplos de la importancia que la corona otorgaba la isla por su posición estratégica. Cualquier visita a la Dalt Vila de Ibiza debería comenzar en el majestuoso Portal de Ses Taules (fotografía 4).
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2. LA POSIDONIA Y EL PINO: manto verde dentro y fuera del agua
En el año 1999 Ibiza consigue la máxima distinción al ser nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El lema de aquel reconocimiento fue «Ibiza, biodiversidad y cultura», porque no sólo la huella histórica la convierten en una isla especial. También su biodiversidad es única. Una enorme masa forestal de coníferas cubre la mayor parte de su superficie. El término «islas pitiusas», referido a Ibiza y Formentera, tiene su origen en este fenómeno, y ya consta en las crónicas romanas de Plinio el Viejo. Pero si verde es la isla en superficie gracias al pino, verde lo es también bajo sus aguas. Las extensas praderas de posidonia oceánica, con más de 100.000 años de antigüedad, sumaron un motivo más a la candidatura a patrimonio mundial. Se trata de un ecosistema único, indispensable para mantener el equilibrio de especies en la isla. En cualquiera de sus playas se pueden observar pequeñas acumulaciones de la posidonia desprendida por el mar, aunque la mejor manera de conocer las praderas es practicando buceo.
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3. LOS PINTORES DE LA LUZ: de Sorolla a la familia Puget
Bien sabido es por todos que la luz del Mediterráneo tiene algo especial. Joaquín Sorolla, el llamado pintor de la luz, visitó la isla de Ibiza en el año 1919. Fue recibido en la isla de Ibiza en como toda una celebridad. El director del Museo Arqueológico de Ibiza organizó un programa de actos homenaje al pintor, desde visitas –la Catedral, el Museo Arqueológico, la necrópolis del Puig d´es Molins, etc.– hasta la celebración de una fiesta payesa. Sorolla quedó cautivado por los paisajes de la isla. En los acantilados de S´Aranyet pintó su célebre obra «Los contrabandistas», aunque también dejó un buen número de obras de pequeño formato y apuntes de otros rincones de la isla. El pintor se fue de Ibiza con muchas ganas de volver pero no pudo, ya que al año siguiente sufrió una hemiplejia que frenó su carrera profesional y apagó su vida para siempre. En aquella visita a Ibiza, Sorolla convenció al artista ibicenco Narcís Puget, dedicado profesionalmente a la fotografía, para que retomase la pintura. La emblemática casa Can Comasema de Dalt Vila, cuyos vestigios más antiguos datan del siglo XV, es hoy sede del Museo Puget, dedicado a este pintor y a su hijo, reconocido acuarelista. A la belleza del edificio se suma la de los cuadros que en el museo se exhiben, de tipo impresionista, con su particular luz y sus suaves pinceladas.
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4. LA FINCA TRADICIONAL IBICENCA
En la isla de Ibiza, el ejemplo más característico de arquitectura tradicional lo constituye la llamada finca ibicenca o casa payesa: vivienda unifamiliar situada en el campo, sencilla y pragmática, construida de forma modular, con techos horizontales y a partir de los recursos disponibles en la isla, como la piedra, la arena o la propia posidonia a modo de aislante. Lo más característico de este tipo de construcciones es impoluto color blanco de los muros. Alojarse en una de estas viviendas durante tu estancia en Ibiza hace todavía más especial la estancia en la isla. En el siglo XX, artistas como Erwin Broner se enamoran de este pequeño paraíso mediterráneo, trasladando su residencia a la isla, donde construye su propia casa inspirada en la arquitectura ibicenca –hoy sede del museo Broner–. Además, en Santa Eulària des Riu podemos visitar el Museo Etnográfico de Ibiza, espacio donde conocer las costumbres y la esencia popular de la isla.
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5. IBIZA, REFUGIO ALTERNATIVO
Por todos es sabido que Ibiza fue epicentro del movimiento hippie. Allá por los años 60, la isla acogió jóvenes venidos de todo el mundo. Desencantados con el escenario que les tocó vivir, en Ibiza encontraron un paraíso en el que vivenciar su filosofía, materializando su particular modo de vida. Sin embargo, hoy en día la isla pituisa es conocida por motivos bien diferentes. En el imaginario colectivo representa una marca, garantía de jornadas de macrodiscotecas, chillouts o paseos en yate; en definitiva, Ibiza como sinónimo de lujo y desenfreno. Sin embargo, es posible vivir una experiencia ajena a estas tendencias de consumo y vida nocturna. Evitando el sur de la capital o la costa de San Antonio/Sant Antoni de Portmany, la mejor experiencia de una Ibiza tranquila y bohemia es instalarse en el norte de la isla. Poco o nada queda de aquella idílica vida hippie en los 60, pero todavía sobreviven mercadillos –Las Dalias o Punta Arabí–, playas poco concurridas –lo mejor es dejarse sorprender, buscándolas en el norte y noreste de la isla–, rutas de senderismo –Sa Talaia o el faro de Punta Grossa– y bares y restaurantes con encanto –como en Sant Carles de Peralta–.
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Cualquier destino puede ser objeto de un viaje cultural y paisajístico.
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