Texto: María Berini Pita da Veiga
Fotografías: María Berini Pita da Veiga y Museo del Prado
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Dice el refrán español que “En casa del herrero, cuchillo de palo”, y en mi caso es cierto. Son muy escasos mis conocimientos en botánica a pesar de ser hija de dos ingenieros agrícolas, profesionales y apasionados del mundo vegetal. Qué le vamos a hacer, si una nació con un corazón humanista y lo que le toca la fibra sensible son los monasterios y los castillos, la pintura y la escultura, los clásicos de la literatura y el teatro, en definitiva, las Humanidades y el Arte.
Sin embargo, esta inclinación no impide que valore un trabajo de calidad, aún sin contar con unos saberes mínimos, porque por encima de todo, lo que siempre me ha apasionado es aprender. Hace apenas unos días fue mi cumpleaños, y entre los regalos no faltaron libros, algunos a petición mía, y otros sorpresas curiosas, de esas que siempre me gusta recibir. En esta entrada me gustaría comentar una de ellas, un libro interesantísimo y muy curioso, titulado «El jardín del Prado. Un paseo botánico por las obras de los grandes maestros», firmado por Eduardo Barba Gómez y publicado por Espasa. Se trata de un libro cuyo subtítulo adelante la temática del mismo: ofrecer un repaso a diferentes especies botánicas representadas en obras maestras de la pintura, expuestas en el Museo Nacional del Prado de Madrid.
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Portada del libro «El jardín del Prado»
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Eduardo Barba Gómez, nacido en Madrid, es jardinero, investigador botánico en obras de arte, paisajista y profesor de jardinería. En el prólogo, el autor comienza refiriéndose a su infancia, al momento en el que nació su pasión por la jardinería y la botánica. Menciona expresamente a su madre como artífice, en cierta medida, de su vocación. Cuánto le debemos a nuestras familias, por plantar en nosotros todas esas semillas que han ido florecieron con el paso de los años y cuyos frutos dibujan lo más profundo de nuestro alma. El autor expone también en este apartado su gusto por el Arte y cómo surgió la idea que finalmente dio lugar al libro.
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«Llevo años analizando las plantas en la historia del arte, en un aprendizaje que continúa generando brotes. De entre todos los lugares en los que he realizado mi labor de investigación, el Museo del Prado ocupa el papel de maestro y padre, de consejero y amigo. Dar un paseo por sus salas para buscar la botánica de tantos cientos de artistas me hace sentirme aún más jardinero, aún más orgulloso de un oficio que ha cultivado mis sentidos a lo largo del tiempo.»
Eduardo Barba Gómez. «El jardín del Prado». Prólogo, página 12.
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Referencia al autor en la solapa de la cubierta
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Los contenidos del libro están organizados en un índice, y cada apartado se corresponde con una especie botánica y el nombre del pintor que la ha representado. Así, por ejemplo, se comenta la caléndula en una obra de Zurbarán, el drago en la pintura de El Bosco, o la violeta en un cuadro de Tiziano. En cada una de esas referencias encontramos un detalle de la pintura original en máxima calidad, un dibujo de la especie botánica (realizado por Juan Luis Castillos) y un texto firmado por el autor, cargado de sentimiento, impresiones personales y mucho lenguaje poético.
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Formato del libro con ilustraciones, detalle de los cuadros y texto
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No es mi intención destripar los contenidos de la obra, pero a modo de ejemplo tenemos a continuación un fragmento del apartado dedicada a la “DALIA”, en la obra titulada «Sabina Seupham Spalding», firmada por el pintor Federico de Madrazo.
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«De igual forma que en un jardín mi paso se ralentiza y se aquieta, hasta que algún pequeño detalle me hace parar y olvidar el resto del mundo, en un museo un lienzo que vibra a mi lado me detiene y me lleva a otro momento, a otro lugar, a un pensamiento adormecido, sencillamente mirando un semblante, unos ojos o una dalia blanca que asoma tras una dalia roja.»
Eduardo Barba Gómez. «El jardín del Prado». Página 223
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Federido de Madrazo (1846). «Sabina Seupham Spalding»
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Y precisamente dedicado al hijo de este pintor, Raimundo de Madrazo, y a su cuñado el también artista Mariano Fortuny, está dedicado otro bonito apartado, el de la “MALVA REAL”, en la obra «Jardín de la casa Fortuny».
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«Un paseo por un jardín se sabe cuándo comienza pero no cuándo se termina. (…) Así, toda la belleza que duraba tan sólo unos instantes me la llevo de paseo conmigo todo el día. (…). La diferencia entre un jardín pintado y uno real es que en aquel las hojas de los árboles no hacen ningún sonido al caer.»
Eduardo Barba Gómez. «El jardín del Prado». Página 17
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Mariano Fortuny y Raimundo de Madrazo (1872-1877). «Jardín de la casa Fortuny»
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Cierra la obra un epílogo firmado igualmente por el autor, en consonancia con el enfoque del libro, a modo de colofón.
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«En el jardín del Prado, como en cualquier jardín grande y lleno de recovecos, a veces también me pierdo. Pero no me importa, porque si me despisto sé que puedo pedir ayuda y preguntar al color de Fra Angelico y a su luz de la Toscana por la dirección que he de tomar para llegar a los azules húmedos de Tintoretto y los verdes frescos de Veronés, que no andarán lejos. Al ir en su busca, el retrato de un caballero anciano del Greco me interpela con su mirada melancólica: sí, he visto que al Adán y Eva de Durero un brisa fría que viene desde el manzano les está despeinando, como si anunciara a lo que se exponen. Pero no puedo hacer nada, su historia ya está escrita.»
Eduardo Barba Gómez. «El jardín del Prado». Epílogo, página 224
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Portada del libro «El jardín del Prado»
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Las últimas páginas del libro recogen la bibliografía utilizada, el listado de obras referenciadas del Museo del Prado (con los datos técnicos más importantes: medidas y técnica pictórica) y, finalmente, el glosario de las plantas con su nombre científico.
Recomiendo este libro a todos los amantes del Arte y de la Naturaleza, por curioso e inspirador. Y felicito al autor, Eduardo Barba, por tan brillante idea, y por haber apostado por este tipo de contenidos, que algunos como yo tanto valoramos y necesitamos.
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Otras obras comentadas en el libro:

Clara Peeters (1611). «Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre»
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Francisco de Goya (1779). «El columpio»
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Jan Brueghel el viejo y Rubens (1617-1618) «El olfato»
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El Bosco (1490-1500). «Tríptico del jardín de las delicias»
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Noticias en prensa sobre el libro:
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