Textos y fotografías: María Berini Pita da Veiga
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Hace apróximadamente unos cinco o seis años, me lié la manta a la cabeza y decidí dar rienda suelta por fin a mis inquietudes viajeras, que como se deduce de los contenidos de este blog, van por el camino de la Historia y del Arte, desde un enfoque principalmente patrimonial. Ha pasado ya mucho tiempo desde aquellas primeras experiencias (la Castilla de Isabel la Católica, el Oviedo de La Regenta, el Toledo de El Greco, etc.), el suficiente como para ir desarrollando un estilo a la hora de viajar que tiene claras sus preferencias y sus objetivos, así como los medios necesarios y la logística requerida para poder materializarlos.
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Pueblos mágicos: Albarracín (Teruel)
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Cuando quieres conocer en profundidad un lugar, pero no dispones de mucho tiempo o quizá tampoco de demasiado dinero como para alargar tu estancia, no queda otra que tener claro qué es una prioridad y qué es prescindible. Algo así ocurre en cada uno de mis viajes: visitar ciudades históricas, de esas rebosantes de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, o bien seguir una ruta por pequeños lugares relevantes, te conduce a un frenesí de visitas a edificios y museos, si eres de los que, como yo, no puedes quedarte en una mera visita global y/o superficial, de esas de bus turístico y pulsera de acceso, o comida en el restaurante de turno.
Por tanto, un objetivo ambicioso en cuanto a conocer al máximo el patrimonio de un lugar, te coloca en la siguiente tesitura, difícil cuanto menos: los días son cortos, los horarios de apertura de monumentos y museos son limitados, las energías hay que dosificarlas, no debes saltarte ninguna comida, las fotografías te gusta que estén bien hechas, necesitas tiempo para leer previamente sobre las futuras visitas, tampoco quieres descuidar tu aspecto… ¿Qué hacer, entonces? ¿Cómo organizar el viaje? En esta coyuntura yo lo tengo claro: lo principal es conocer el patrimonio, y todo lo demás es prescindible, salvaguardando lo básico como es el comer y el dormir.
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Tenerife desde ojos históricos
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Por ello, muy poca gente comprende cómo viajamos los apasionados de la Historia y del Arte. En nuestros viajes no existen los restaurantes, ni el maquillaje, ni las siestas, ni nada que suponga una pérdida de tiempo y desviarse del objetivo principal. Como le contaba a algún amigo de broma, es un viaje romántico en el sentido decimonónico del término: descuidar lo físico para ejercitar la mente.
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Ciudades desconocidas: Palencia
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Toda esta introducción viene a cuento del motivo principal de la entrada: hacer apología de los albergues y hostels, esos establecimientos hoteleros a base de literas, baños/vestuarios y salas comunes, donde los principios fundamentales son el respeto y la convivencia.
A lo largo de estos años he visitado varias decenas de albergues y hostels, principalmente en España pero también en otros países como Portugal. Resulta curioso que nunca me encuentre compatriotas en ellos. Los principales clientes de este tipo de establecimientos son extranjeros, jóvenes y no tan jóvenes, y la gran mayoría de ellos, en vista a los enseres y bártulos que esparcen por la habitación, no lo hacen precisamente por necesidad económica. Estos hechos, unidos a la gran cantidad de críticas que he recibido por este modo de viajar, me lleva a la conclusión de que estamos ante un tema cultural, y que los viajes austeros, de mochila y litera, son asignatura pendiente para los españoles. No les resulta fácil interpretarlo como una opción, pues se suele ver como necesidad o racanería.
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Braga y Guimaraes, la cuna portuguesa
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A la hora de elegir un albergue o hostel, existe DOS OPCIONES: los albergues “públicos”, por llamarlos de algún modo, y los hostels, de carácter privado.
- En España, los albergues de promoción estatal están agrupados en una red conocida como “Red española de albergues juveniles” (REAJ), mientras que en Portugal, por ejemplo, cuenta con una red llamada «Pousadas da Juventude». Ambas forman parte de la red internacional conocida como Hostelling International (HI), que engloba también a otros muchos países. Para alojarte en un albergue de nuestra red, la REAJ, no es necesario ser joven, a pesar de la referencia a la juventud en su nombre oficial pues sólo necesitas tener en vigor el carnet de alberguista. Este carnet es un título sin límites de edad que obtienes con carácter anual o bianual por unos pocos euros (hay diferentes tarifas según la edad y número de miembros), que además del acceso a albergues nacionales e internacionales, ofrece descuentos en otras compañías como ALSA o IBERIA. Las ventajas de optar por un albergue REAJ son los precios, muy asequibles, y el contar con el respaldo de una asociación oficial. Las desventajas, que no siempre puedes elegir habitación, que en un buen número de ciudades históricas no se sitúan en el centro de las mismas y que el sistema de reserva a veces está poco informatizado. De todas maneras, mi experiencia en este tipo de albergues siempre ha sido buena, sobre todo en las Pousadas da Juventude del vecino Portugal, para las que no van referidas esas desventajas que acabo de enumerar, pues ofrecen un servicio moderno, de primera calidad y en edificios muy bien situados.
- Otra opción son los hostels privados que se pueden contratar a través de plataformas como Booking, HostelWorld o las propias páginas web de los establecimientos. La única diferencia con respecto a un hotel “normal” es que cuentan con habitaciones compartidas a base de literas o camas; en algunos hostels es el único tipo de habitación que ofrecen, mientras que otros ofrecen tanto habitaciones privadas al uso como habitaciones compartidas. El punto fuerte de estos hostels son la situación, siempre en los mejores solares del casco histórico (¡las azoteas de algunos de los que visité eran espectaculares!), y la facilidad para gestionar reservas, mientras que las desventajas sería el mismo riesgo que corres cuando contratas un hotel al uso: siempre habrá algo de él que no te convenza (el colchón, unos huéspedes vecinos, la temperatura del agua en la ducha… ¡quién sabe!).
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Vistas desde las azoteas de un hostel en Sevilla, Toledo y Palma de Mallorca
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En un caso o en otro, optes por un albergue REAJ o por un hostel privado, dispondrás de salas comunes y servicios muy útiles cuando viajas con austeridad y cuando dispones de poco tiempo para las necesidades básicas: ofrecen cocina completa, utensilios e ingredientes básicos para cocinar, salas de descanso con libros, televisión y otras opciones de ocio, azoteas o terrazas con tumbonas… Lo perfecto para tus paradas técnicas entre museo y museo, entre monumento y monumento, cuando has descartado profundizar en el tema gastronómico.
Yo suelo ser un huésped poco comunicativo, en parte porque no paso demasiado tiempo en ellos, pero mi experiencia durante estos años no ha podido ser mejor, viaje a donde viaje. Tengo guardada en mi memoria muchas imágenes de estos lugares, grandes momentos de descanso en sus salas, y también unas cuantas conversaciones mantenidas con personas de todos los lugares del mundo inimaginables (puedo pasarme un día entero sin escuchar palabra de español).
En definitiva, se trata de una opción que, a pesar de que en España siga teniendo connotaciones negativas, resulta ideal para esos viajes puramente artísticos y artísticos.
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Ávila, la vieja ciudad de las murallas
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Entrada dedicada a todos aquellos que han viajado a su manera, sin importarle modas ni convencionalismos, siguiendo sólo sus gustos e inquietudes. Los que lo han hecho desde hace más de 30 años (Luis, Benito…) y los que lo siguen haciendo ahora.
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