Museo Nacional de Escultura de Valladolid: un imprescindible en España

Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga

Hacía mucho tiempo que deseaba viajar a Valladolid con el fin de visitar únicamente el Museo Nacional de Escultura. Bien conectada por tren con otras poblaciones del norte de España, esta semana surgió la oportunidad de poder acercarme a Valladolid y cumplir así otro sueño más.

Como su propio nombre indica, el Museo Nacional de Escultura de Valladolid es un museo dedicado prácticamente en exclusiva a esta manifestación del arte, la escultura. El adjetivo “nacional” hace alusión a su gestión, pues se trata de un museo dependiente del ministerio, al igual que otros como el gran Museo Nacional del Prado de Madrid. Sin embargo, esta consideración no nos debe llevar a engaño; no debemos creer que es ésta la más grande colección de escultura en España o la que abarca un abanico más amplio de etapas y estilos. Grandes esculturas están expuestas en otros muchos museos españoles, pero el mérito del Museo Nacional de Escultura de Valladolid reside en su magnífica colección del Renacimiento y del Barroco, expuesta en un espacio inigualable, tal y como pasaré a explicar a continuación.

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«La Piedad» de Gregorio Fernández (siglo XVII)

La escultura es una de las manifestaciones artísticas más antiguas de la humanidad, tan sólo igualada por la pintura. Ya en la Prehistoria se produjeron manifestaciones de este género del Arte, que alcanzó sus cotas más altas de calidad en la Grecia clásica (el “Discóbolo” de Mirón, el “Doríforo” de Policleto, etc.) modelos a imitar durante el Renacimiento y el Barroco, cuando se crearon las obras más alabadas y conocidas por el gran público (el renacentista “David” de Miguel Ángel o la obra barroca “Éxtasis de Santa Teresa” de Bernini). Sin embargo, es obvio que hoy en día no goza de la misma popularidad que la pintura. A causa de ello, es posible que a priori un museo dedicado en exclusiva al género escultórico no atraiga demasiado al visitante. Sin demorarme más, hablaré ahora de los motivos que desechan esta idea, ya que el Museo Nacional de Escultura de Valladolid es uno de los imprescindibles de España.

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Sombra de las arcadas del claustro en el Colegio de San Gregorio (siglo XV)

El museo tiene en la actualidad tres sedes: el Colegio de San Gregorio, el Palacio del Marqués de Villena y la Casa del Sol. En esta entrada me centraré en el primero por ser la sede de su colección principal. Ésta es resultado de un largo proceso histórico que comenzó en la primera mitad del siglo XIX. Como ya he hablado en otras ocasiones, la desamortizaciones pusieron fin a la vida monástica en la mayoría de cenobios españoles, verdaderos templos artísticos. Su patrimonio en muchas ocasiones se perdió, en otros casos fue objeto de expolio y, en las mejores circunstancias, se nacionalizó y pasó a manos del estado. Gracias a la ayuda de asociaciones y personas sensibilizadas con el tema, la desamortización dio lugar a un hecho positivo, el nacimiento de colecciones artísticas destinadas al público. Muy pocos años después de la desamortización más importante, la de Mendizábal, nació el Museo de Escultura de Valladolid, en el año 1842. Desde su nacimiento, la colección se mostró al ciudadano en la capital castellana. Después de pasar por diferentes sedes, en el primer tercio del siglo XX se instala en su sede actual, el histórico Colegio de San Gregorio. A finales del siglo XX y principios del XXI tienen lugar otros momento decisivos para el museo: la reforma del edificio histórico para adecuarlo mejor a su fin, y la ampliación de la exposición hacia sus otras dos sedes.

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Detalle de la fachada de la iglesia de San Pablo (siglo XV)

Probablemente el visitante comience la jornada en la Plaza de San Pablo, junto a la iglesia de mismo nombre, una joya del gótico tardío español (siglo XV), incipiente renacimiento, que como ya he comentado en más ocasiones es una época dorada para el arte de nuestro país, durante el reinado de los Reyes Católicos. Desde su fundación (siglo XIII) hasta las desamortizaciones del siglo XIX, la iglesia de San Pablo era el templo del convento dominico de la ciudad. 

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Iglesia de San Pablo (siglo XV)

Anexionado a la iglesia de San Pablo se encuentra otra joya del gótico isabelino, el Colegio de San Gregorio, que como decíamos, es la sede principal del Museo Nacional de Escultura. El colegio fue fundado como institución teológica al calor de la orden dominica, y el edificio que vemos hoy fue levantado también en el siglo XV. Ambos edificios, la iglesia de San Pablo y el Colegio de San Gregorio, impactan al visitante debido a sus impresionantes fachadas, con una fastuosa ornamentación de piedra que deja la boca abierta. En estas magníficas obras de arte se dice que participaron los talleres de escultores tan renombrados como Simón de Colonia o Gil de Siloé. A modo de curiosidad, pues es un tema que siempre me ha interesado mucho, allí tuvo lugar la Junta de Valladolid donde se dilucidó la naturaleza de los habitantes de la recién descubierta América, momento en el que el dominico Bartolomé de las Casas defendió su postura en favor de los indios.

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Fachada del Colegio de San Gregorio (siglo XV) y placa conmemorativa a Bartolomé de las Casas

La visita propiamente dicha comienza junto a la fachada del Colegio de San Gregorio, donde llama la atención no sólo la exuberancia de la decoración, sino también los motivos de la misma, más oscuros y enigmáticos de lo habitual en un edificio de estas características. Atravesada la puerta principal y una vez pasado el pequeño patio de recepción, el Museo Nacional de Escultura distribuye sus salas alrededor del espectacular claustro del colegio. Desde el claustro del Convento de Santo Tomás de Ávila no había vuelto a experimentar la misma sensación al visitar una estancia de este tipo. En ambos la simbología de los Reyes Católicos (el yugo, las flechas, los escudos con el águila de San Juan…) se distribuye por entre todas las arcadas. Pero en el caso del colegio de San Gregorio, la decoración es más excesiva y minuciosa, incluyendo también simbología (la flor de lis) que hace alusión al fundador del colegio, Fray Alonso de Burgos. ¡Maravilloso!

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Claustro del Colegio de San Gregorio

Tan sólo una sala se encuentra alejada del patio, la sala 0, situada en la antigua capilla del colegio, otra joya arquitectónica, a la que, por desgracia, le faltan muchos atributos originales como el sepulcro del fundador o el retablo mayor. Cuando se decidió instalar el museo en este colegio, se acometieron algunas obras que le dan el aspecto que vemos en la actualidad.

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Sala 0 en la antigua capilla del colegio

Centrándome ahora en la colección, decía antes que el Museo Nacional de Escultura de Valladolid destaca por dos grandes grupos de piezas: las renacentistas y las barrocas. Todavía hoy se sigue haciendo referencia a este museo como el “museo de escultura policromada”, ya que gran parte de su colección la conforman obras de este tipo, es decir, construidas en madera y pintadas por encima. En el museo encontramos obras desde el siglo XIII hasta el XX, pero los artistas más reconocidos son los que produjeron su obra entre los siglos XVI y XVII. Es el caso de los renacentistas Alonso Berruguete y Juan de Juni, y de los imagineros barrocos Gregorio Fernández y Pedro de Mena. De todas maneras, en el museo podemos ver bastante variedad en cuanto al tipo de obra: esculturas exentas, retablos, sillería de coro e incluso algunas obras pictóricas.

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Vistas de distintas obras repartidas por el museo

No voy a mentir, pues los que me conocen ya saben que tengo un grupo de artistas y obras metidos entre ceja y ceja, los que llenan mis listas de sueños viajeros. Gregorio Fernández y el resto de imagineros llevaban muchos años en mi punto de mira. Estaba deseando ver sus obras de cerca y, por fin, pude conseguirlo. Para el que no lo sepa, la “imaginería” es el nombre que recibe el arte de esculpir obras en madera policromada, cuyo destino es principalmente los pasos de Semana Santa. En el barroco español hubo dos focos imagineros de máximo nivel: el castellano (cuyo artista más famoso es Gregorio Fernández) y el andaluz (encabezado por Pedro de Mena). Las obras más conocidas de este subgénero tan propio de nuestro país son “La piedad” de Gregorio Fernández y los diferentes cristos yacentes, del mismo escultor. Destacan todas las obras de la imaginería española por su crudeza y expresividad. No es de extrañar, teniendo en cuenta que el barroco español coincide en el tiempo con los momentos más álgidos de la Contrarreforma católica, siendo necesario poner el acento en las virtudes de los santos y demás protagonistas de la fe católica, buscando aumentar el fervor religioso.

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Obras destacadas de Gregorio Fernández en el museo

De esta visita me quedo con las obras del gran Gregorio Fernández y el inigualable espacio que ocupa el museo, joya del gótico español. Y la expresividad e incipiente modernidad de los renacentistas Alonso Berruguete y Juan de Juni fue la nota sorprendente de la jornada.

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Entrada especialmente dedicada a mi amigo Javier, verdadero admirador de este museo y quien hace años, gracias a su buen criterio, consiguió despertar en mí el interés por la escultura religiosa.

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