Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
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El hecho de tener familia residiendo en Valencia desde hace más de veinte años motivó mi viaje a la ciudad del Turia, un destino que no me hubiese planteado conocer de no ser por lo dicho. No puedo empezar sino dando las gracias a Consuelo y Juan por su enorme hospitalidad y su increíble disposición durante los cinco días de estancia. Valencia ha sido todo un descubrimiento y la semana en familia una gran experiencia.
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Panorámica de Valencia desde lo alto del Miguelete
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«Desperezose la inmensa vega bajo el resplandor azulado del amanecer, ancha faja de luz que asomaba por la parte del Mediterráneo.»
La barraca
Vicente Blasco Ibáñez
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Fotografía de Vicente Blasco Ibáñez en su casa-museo de la Malvarrosa
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Siempre comento lo mucho que me gusta adornar un viaje con un clásico de la literatura, por las brillantes descripciones que nos brindan y, sobre todo, por el poder de evocación que ofrecen. En este caso, las conocidas como ‘novelas valencianas’ del escritor Vicente Blasco Ibáñez, escritas a finales del siglo XIX, son las mejores acompañantes. Algunos ejemplos: ‘Cañas y barro’ (1902) —ambientada en la Albufera—, ‘La barraca’ (1898) —protagonizada por los agricultores de la vega—, o ‘Arroz y tartana’ (1894) —en la Valencia más comercial—.
En mi estudio previo sobre el patrimonio de la ciudad del Turia, pronto caí en la cuenta de lo que nos ofrecía: cuatro Valencias en una. Primeramente, una Valencia gótica, con un patrimonio legado de su etapa de esplendor en los últimos siglos del medievo. En segundo lugar, una Valencia barroca, en la que este desbordante estilo decora hasta el extremo sus edificios, principalmente religiosos y palaciegos. En tercer lugar, una Valencia modernista, de elegantes edificios civiles, fruto de una nueva era de poder económico y social a finales del siglo XIX y principios del XX. Por último, una Valencia contemporánea, famosa sobre todo por los edificios vanguardistas de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, ya en pleno siglo XXI.
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VALENCIA GÓTICA
Al igual que ocurrió con Mallorca y el resto de islas Baleares, Valencia fue conquistada por el gran rey aragonés Jaime I ‘El Conquistador’ durante el siglo XIII, momento histórico coincidente con el período artístico gótico. Valencia nos ofrece el siguiente patrimonio dentro de esta corriente artística.
En primer lugar, el monumento de mayor categoría y consideración de la Comunidad Valenciana, la Lonja de la Seda, construida a finales del siglo XV y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 1996. Siguiendo el modelo de la Lonja de Mallorca se construyó esta joya de la arquitectura gótica civil, aunque de mayor envergadura que la balear. Al conjunto, en su exterior almenado y ojival, decorado con rica ornamentación vegetal y numerosas gárgolas, se accede a través de una pequeña recepción de nueva construcción que conduce al patio de los naranjos. Desde este patio distribuidor se pueden visitar las dos estancias más destacadas de la Lonja de la Seda: el salón del Consulado —con maravilloso techo artesonado— y la Sala de Contratación —cuya altitud, columnario y decoración deja al visitante sin palabras—. En resumen, el imprescindible o must de Valencia sin discusión alguna.
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Lonja de la Seda de Valencia
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«En el lado opuesto la Lonja de la Seda, acariciada por el sol (…) luciendo sobre el fondo azul del cielo todas las esplendideces de su fachada ojival.»
Arroz y tartana
Vicente Blasco Ibáñez
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Por otro lado, la Catedral de Valencia, dedicada a la Asunción de María, un edificio gótico (siglo XIII), muy reformado posteriormente, sobre todo bajo directrices barrocas. Del original conjunto medieval, además de la estructura, se mantiene la llamativa Puerta de los Apóstoles. Junto a esta fachada del templo, descrita magistralmente por Blasco Ibáñez en ‘La barraca’, se celebra, desde hace siglos, el Tribunal de las Aguas, la institución jurídica más antigua de Europa, encargada de resolver los litigios surgidos entre los campesinos por las acequias, siguiendo un procedimiento oral de derecho consuetudinario.
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Puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia
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«Era jueves, y, según costumbre que databa de siglos, el Tribunal de las Aguas iba a reunirse en la puerta de los Apóstoles de la catedral de Valencia. (…) El reloj de la torre llamada el Miguelete señalaba poco más de la diez, (…). La puerta de los Apóstoles, vieja, rojiza, carcomida por los siglos, extendiendo sus róidas bellezas a la luz del sol (…).»
La barraca
Vicente Blasco Ibáñez
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Visto desde el exterior, en el conjunto catedralicio destaca también el cimborrio gótico y la famosa torre del Miguelete (Micalet), gótica igualmente, de planta octogonal, desde la que se pueden ver unas buenas vistas panorámicas de la ciudad previa subida de más de 200 escalones.
Otro elemento aumenta las visitas a la Catedral: se trata del Santo Grial —cáliz de la Última Cena— custodiado en la capilla del mismo nombre, preciosa a mi juicio, gótica y menos intervenida.
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Vistas desde la torre del Miguelete y bóveda gótica en la Capilla del Santo Grial
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Completaría el itinerario medieval por Valencia dos increíbles vestigios de las antiguas murallas de la ciudad. Son las Torres de Serranos —maravillosas sus almenas y las bóvedas del interior— y las Torres de Quart —de planta circular y gran altura—, ambas construidas entre los siglos XIV y XV. Y, por último, dos palacios: el actual Palacio de la Generalitat y el de las Cortes valencianas (Palacio de los Borja), ambos situados en los alrededores de la catedral, levantados en el siglo XV.
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Torres de Serrano y Torres de Quart
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Palacio de los Borja y Palacio de la Generalitat
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«(…) llegó a los arrabales de la ciudad y pasó el puente de Serranos. Al extremo del puente (…) frente a las ochavadas torres que asomaban sobre la arboleda sus arcadas ojivales, sus barbacanas y la corona de sus almenas, se detuvo Batiste (…).»
La barraca
Vicente Blasco Ibáñez
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VALENCIA BARROCA
Junto con las reformas barrocas de la catedral, entre las que destaca la fachada de la Plaza de Reina, la Valencia más barroca nos ofrece la Basílica de la Virgen de los Desamparados, advocación que despierta gran devoción entre los valencianos. Un templo llamativo por su planta y por la rica decoración tanto del techo como de los muros, construido en el siglo siglo XVII.
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Fachada barroca de la Catedral de Valencia
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Basílica de la Virgen de los Desamparados
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Igualmente impactante es el Palacio del Marqués de dos aguas (siglo XVIII), con sus fachadas cargadas de rica ornamentación, hoy sede del Museo Nacional Cerámica, que me hubiese encantado visitar si hubiese tenido más tiempo. Del mismo modo es sede de un museo el antiguo Colegio de San Pio V, barroco, reformado recientemente con gran acierto. De la colección del Museo de Bellas Artes de Valencia, que así se llama la pinacoteca que alberga, destacan los retablos medievales, la Sala Sorolla y, sobre todo, las salas dedicadas al siglo de Oro, con obras de Ribera, Murillo y el único autorretrato de Velázquez que se conserva en el mundo.
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Palacio del Marqués de Dos Aguas, Museo Nacional de Cerámica
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Museo de Bellas Artes de Valencia en el antiguo colegio de San Pio V
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Otro imprescindible en la capital del Turia, si de lo que hablamos es del barroco, son las pinturas murales de la iglesia de San Nicolás. Todo el interior de este templo, gótico en su estructura, fue decorado con unas impresionantes pinturas en el siglo XVII, respetando los elementos constructivos medievales. Cuenta, además, con retablos pictóricos del renacentista Juan de Juanes (siglo XVI).
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Pinturas barrocas en la iglesia de San Nicolás
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Por último, en Valencia podemos visitar otras iglesias barrocas interesantes, como la iglesia de los Santos Juanes, frente a la Lonja de la Seda y el Mercado Central.
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Iglesia de los Santos Juanes
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«Desde el lugar que ocupaba veía la iglesia de los Santos Juanes (…) fachada de piedra lisa, amarillenta, carcomida (…), y como final, el campanil triangular (…) rematado todo por la fina pirámide, a cuyo extremo (…) el popular pardalòt con su cola de abanico.»
Arroz y tartana
Vicente Blasco Ibáñez
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VALENCIA MODERNISTA
Junto al primitivo casco medieval, el ensanche de Valencia se postula como otra alternativa para disfrutar de patrimonio artístico. Con su trazado bien planificado, por sus calles se levantan elegantísimos edificios de principios del siglo XX, en un perfecto estado de conservación. Los más destacados estuvieron o están dedicados a servicios para los ciudadanos —sede consistorial, estación, mercado, etc.—. Es el caso del Ayuntamiento de Valencia o del edificio de Correos. Pero desde mi punto de vista destacan tres.
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Casa Consistorial y Edificio de Correos
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El primero, la Estación del Norte de Valencia, un perfecto ejemplo de arquitectura modernista. En su fachada encontramos elementos decorativos tan pintorescos como las naranjas, tan típicas de Valencia. Pero su interior no tiene nada que envidiarle: se conserva intacta toda la estructura de la zona de andenes y vías, e igualmente el vestíbulo y la venta de billetes. En este 2017 se cumple el centenario del edificio, y una pequeña exposición en una sala junto a la entrada sirve de homenaje al conjunto.
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Estación Norte de Valencia
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En segundo lugar es digno de elogio el Mercado de Colón, igualmente modernista, desde el año 2003 reformado y convertido en lugar de ocio tras su decadencia como plaza de abastos. El estilo de su fachada más colorida nos recuerda a la arquitectura modernista catalana, a mi parecer sobre todo a la de Domènech i Montaner.
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Mercado de Colón
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Otro mercado modernista impresiona al visitante. Ése es el Mercado Central, situado frente a la Lonja de la Seda, y que se ha mantenido en activo desde su construcción a comienzos del siglo XX, aunque la antigüedad de este mercado se remonta a siglos atrás. Vale la pena acercarse a conocerlo por la mañana en pleno bullicio comercial. Cuatro alas desembocan en una zona central coronada por una impresionante cúpula. En todas ellas se ponen a la venta diferentes productos, principalmente de alimentación.
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Mercado Central de Valencia
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«Cuando, doblando la esquina, entraron los tres en la plaza del Mercado, doña Manuela se detuvo como desorientada. ¡Gran Dios…! ¡cuánta gente! Valencia entera estaba allí.»
Arroz y tartana
Vicente Blasco Ibáñez
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VALENCIA CONTEMPORÁNEA
El desbordamiento del río Turia en la década de los cincuenta dejó en la ciudad de Valencia decenas de muertos. Esta terrible desgracia motivó que el ayuntamiento de la capital decidiese desviar el cauce del río para evitar futuros accidentes.
Valencia ha sabido sacarle provecho a los aproximadamente nueve kilómetros liberados hoy de las aguas del río. En el antiguo cauce podemos encontrar pistas deportivas, grandes zonas ajardinadas, parques infantiles y la famosa Ciudad de las Artes y las Ciencias, convertida ya en símbolo e imagen inconfundible de la ciudad. El arquitecto Calatrava firma los originales edificios de este conjunto, como el Palacio de las Artes y el Oceanográfico, entre otros. Pagando la entrada, esta “ciudad” ofrece un acuario sin competencia alguna en España, museos científicos y más oferta cultura y de ocio.
Pero un día normal, el turista o cualquier valenciano que lo desee puede disfrutar de todo el espacio verde mencionado, bien paseando, haciendo deporte o jugando con los más pequeños. El atardecer desde este punto de la ciudad es un goce para los sentidos.
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Ciudad de las Artes y las Ciencias
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LA ALBUFERA Y LA PLAYA DE LA MALVARROSA
Patrimonio importante, aunque no artístico como el detallado hasta ahora, es el Parque Natural de la Albufera. La Albufera es un lago de grandes dimensiones cuya particularidad es encontrarse junto al mar, separado de éste tan sólo por una pequeñísima franja de tierra. Pasear en barca o comer en los numerosos restaurantes de la localidad del Palmar son un buen plan para completar la visita a Valencia. Preciosas las vistas desde los embarcaderos.
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Embarcadero y barracas en la Albufera
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«En los primeros tiempos de acompañar a su abuelo por la Albufera, había encontrado aceptable esta vida. Le gustaba ir errante por el lago, navegar sin dirección fija, paseando de un canal a otro, y detenerse en medio de la Albufera para conversar con los pescadores.»
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
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Por último, obligado es hacer mención a la playa de la Malvarrosa de Valencia, el arenal de la ciudad. En la Malvarrosa el gran pintor valenciano Joaquín Sorolla, genio del impresionismo en España, ambientó muchas de sus obras más famosas. Igualmente en la playa de la Malvarrosa pasaba sus días de trabajo y recreo el gran escritor Vicente Blasco Ibáñez, al que ya ha hecho mención en varias ocasiones a lo largo de este artículo. El antiguo palacete de la familia Blasco frente al arenal de la Malvarrosa es hoy una casa-museo en honor al escritor valenciano.
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Playa de la Malvarrosa y Casa-Museo de Vicente Blasco Ibáñez
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