Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
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La primera vez que decidí viajar 100% sola (antes de eso, ya llevaba algunos años haciendo planes bastante parecidos) mi entorno más inmediato lo recibió con bastante estupor. “—¿De verdad no puedes hacer algo para no ir sola? Invita a alguien”. Es difícil que quien no tiene una pasión muy profunda y unas inquietudes bien definidas pueda llegar a entenderlo. Lejos de ser un mal menor o un parche, viajar solo para algunos es una ventaja buscada premeditadamente. No, los que viajan solos no es porque no tengan con quien coger una maleta y marcharse. Lo hacen porque quieren. Lo hacen porque beneficia a su viaje. Lo hacen porque tienen un objetivo y se alcanza de manera más efectiva yendo solo.
Como decía, aquella primera aventura fue el resultado de unos años en los que ya se había cocinado el asunto, con pequeñas excursiones, viajes independientes alojándome en casa de algún amigo/a, etc. Nada hubiese sido lo mismo en los muchos viajes que he realizado sola si, en lugar de eso, hubiese ido acompañada. ¿Molesta la compañía? Por supuesto que no, pero viajar solo tiene grandes beneficios. En esta lista aparecen sólo algunos. Aviso: el que no lo haya hecho no se los creerá, pero aún está a tiempo de comprobarlo por sí mismo…
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1. Vivir sin obligaciones, horarios ni miramientos
Viajando solo no tienes horarios. No tienes obligaciones. No tienes que pensar en qué le apetece a Pepito. Sí, puedes haber programado levantarte a las 7 de la mañana y llegado el momento cambiar de opinión. Puedes pasear por tu destino sin reloj: ¿quién ha dicho que a las 5 de la tarde no se puede comer un bocadillo en un bar de carretera? No, no te tienes que tragar esas maratonianas horas de playa que tanto te horrorizan pero que le encantan a tu amiga y/o pareja. Tampoco tienes que visitar ese museo que te parece un tostón. Se acabaron las malas caras, los enfados y las decepciones. Tu plan está hecho a tu imagen y semejanza. ¡Libertad total!
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2. Desaparecer de tu mundo y volver nuevo
En tu vida hay personas que quieres (pareja, amistades, familia) y otras que detestas (empresa, vecinos), pero las ames o las odies, todos tenemos que descansar de las personas de nuestro entorno. Vete de viaje solo y volverás nuevo. A las personas que quieres las vas a querer y valorar aún más; y a las que aborrezcas podrás tolerarlas con más paciencia.
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El Oviedo de La Regenta(España)
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3. Sentirte independiente y realizado gracias a tus responsabilidades
Viajar solo produce un subidón difícil de entender si no lo has vivido. Eres tú frente al mundo: has de preocuparte de administrar el dinero, de dónde comer, dónde dormir, qué lugares visitar, qué transporte coger o qué vías tomar, a quién debes hablarle y a quién no, etc. Una responsabilidad muy grande que a la larga, lejos de generar angustia, proporciona un gran placer. Nada como sentirte persona independiente y realizada.
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–Oporto (Portugal)
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4. Disfrutar y aprender de la amabilidad de las personas que espontáneamente se cruzan en tu viaje
Cuántas veces en nuestro día a día, inconscientemente, no somos agradables con las personas que nos encontramos en la escalera, en el metro o autobús, con los clientes en nuestro trabajo… Pues bien, cuando viajas solo, que una persona te dedique una sonrisa, sea amable o te de un poco de conversación es el mejor regalo. Y con eso aprendes una gran lección: aunque cueste, se agradable con tu alrededor.
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Braga (Portugal)
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5. Conocer en profundidad los lugares y apreciar sus detalles
No se puede negar que cuando viajamos en grupo grande estamos más descentrados, bien sea por la conversación de nuestros acompañantes o bien porque estamos eufóricos por otros motivos. Sí, visitaste la Catedral pero no te enteraste de mucho. Luego vuelves durante un viaje solo y piensas: “¿Pero yo de verdad estuve aquí hace un par de años? ¡No me había fijado en nada de esto!”. Viajando solo los detalles se hacen grandes y respiras con mayor facilidad la esencia de un lugar. Además, los días se hacen mucho más largos y por ello incorporas más planes a tu agenda diaria. También tienes más posibilidades de entablar conversación con personas del lugar, lo que siempre es muy enriquecedor. Y, normalmente, cuando viajas solo estudias previamente diferentes aspectos de tu destino. En resumen, un aprendizaje y una experiencia doblemente significativa.
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Bóvedas en Catedral de Burgos (España)
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Estos son algunos de los grandes motivos por los que para mí viajar sola es un placer. Añado ahora un listado de escenas concretas que a mí me han resultado maravillosas.
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Museos D’Orsay y Museo Rodin en París (Francia)
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- Pasar las horas en el tren escribiendo versos y relatos
- Poder tirarme 30 minutos en sacar una foto en modo manual que se me ha metido entre ceja y ceja
- Dormir en un hostel con chicas de diferentes continentes
- Pasar desapercibida y sentirme insignificante en una ciudad extranjera
- Pegarme un empacho de cinco museos en un día sin que nadie me ponga mala cara
- Conducir durante horas acompañada solamente de música y pensamientos
- Descansar en la azotea de un hostel con vistas al casco histórico
- Irme a dormir a las 8 de la tarde exhausta después de una paliza de día
- Escoger las mejores fotos en la cámara durante un trayecto interminable en autobús
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Azotea del Oasis Backpackers Hostel en Toledo
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Dicho esto, aclaro que no siempre viajo sola. Cuando lo hago acompañada la compañía es fantástica, pero, ¡ay!, mis viajes sola me llegan hasta el fondo del alma…
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