Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
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La idea de belleza es algo muy subjetivo, todos lo sabemos. Esa subjetividad se pone de manifiesto en diferentes ámbitos, y uno de ellos es en el viajar. Es fácil encontrar dos personas que, hablando de la misma ciudad, una opine que es preciosa y otra, sin embargo, no le encuentre encanto alguno. Algo parecido ocurre al hablar de ciudades como Oporto en contraposición a otras como París. Esta última la gran mayoría de personas la considera muy bella, pero no sucede lo mismo con Oporto, una ciudad a la que muchos acusan de decadente, ruinosa, triste y melancólica. Pero, ¿acaso está eso reñido con la belleza? Yo formo parte de ese grupo de personas que caen rendidas ante el encanto de ciudades como Oporto, precisamente por esos adjetivos que acabo de mencionar.
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Gaviota junto al río Duero en el barrio da Ribeira
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Visité Oporto hace apróximadamente un año, en noviembre de 2015. Salvo en momentos puntuales, no acompañó el buen tiempo, pero, lejos de verlo como un inconveniente, lo consideré un elemento más dentro de la singularidad de la ciudad.
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Edificios singulares por las calles de Oporto
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Oporto, en portugués “Porto”, es la segunda ciudad más importante del vecino Portugal. Aunque cuenta con muchos siglos de historia, tradicionalmente se habla menos de ella desde esta óptica, en detrimento de Lisboa, Braga o Guimaraes (estas dos últimas, importantes ciudades históricas a las que dediqué esta entrada). En los últimos años se ha convertido en un destino frecuente para turistas españoles. A los gallegos el tren Vigo-Oporto les pone en bandeja la oportunidad de acercarse a conocer la ciudad. Así, desde A Coruña, con un solo transbordo de la estación Vigo Urzaiz a la estación Vigo Guixar, se puede hacer el viaje cómodamente en algo más de 3 horas.
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Tren Vigo-Oporto
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Oporto es un buen destino para aquellos que les guste viajar sin demasiados atracones de patrimonio y museos. Echando un vistazo al blog es fácil darse cuenta de que a mí particularmente me gustan los viajes llenos de Historia y Arte, aunque ello suponga dar de lado a otro tipo de planes como puede ser el ocio nocturno o los buenos restaurantes. Sin embargo, como no es bueno abusar de nada en esta vida, de vez en cuando el cuerpo y la mente agradecen viajes más relajados en los que disfrutar de un poco de todo. Y en este punto, qué mejor que una escapada de tres días a una ciudad como Oporto.
Como es imposible que en esta entrada haga referencia a todo lo que se puede ver y hacer en Oporto, me centraré en comentar aquellos lugares imprescindibles si el plan no es otro que disfrutar de una escapada relajada y divertida.
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Panorámica de Oporto desde la Sé Catedral
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Oporto. Patrimonio imprescindible
Ocurre con la Catedral (Sé de Porto) como en la mayoría de templos de su categoría: de construcción románica, tal y como se puede ver en el exterior, fue reformada sucesivamente, por lo que en ella se pueden apreciar elementos de múltiples estilos, entre los que destacan los barrocos. La panorámica de la ciudad desde uno de los laterales de la iglesia es una de las estampas clásicas de Oporto.
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Torre dos Clérigos
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Barroco es también otro edificio imprescindible: la iglesia y torre de los Clérigos. Desde esta última, se pueden disfrutar de unas impresionantes vistas, pues tiene más de 70 metros de altura.
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Vistas desde lo alto de la Torre dos Clérigos
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Románica, gótica y barroca es la iglesia de San Francisco. Lo interesante de esta visita es la decoración interior del templo (¡¡recargadísima!!) y las catacumbas.
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Exterior de la iglesia de San Francisco
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Quien disponga de más tiempo puede visitar también el Palacio de la Bolsa; no puedo opinar sin haber conocido el edificio por dentro, pero la mayoría de viajeros coinciden en que vale mucho la pena.
A nivel museos, el más importante es el Museo Soares dos Reis, aunque la ciudad cuenta con algunos más. Para el que le guste la fotografía, recomendaría visitar el Centro Portugués de Fotografía. Ubicado en un antiguo edificio carcelario, ofrece exposiciones temporales y permanentes. Durante mi visita me llamaron la atención algunas fotografías denunciando la dificultad de la población joven por encontrar un trabajo o simplemente en qué emplear su tiempo. Fue una pena no tomar nota de quién era el fotográfo; pero no hay mal que por bien no venga, y, desde entonces, nunca dejo de meter una libreta pequeña y un lápiz en mi mochila.
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Interior del Centro Portugués de Fotografía
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Rincones de Oporto
Tardaba ya en mencionar la Ribeira, ese barrio pintoresco de coloridas casas junto al río Duero (Douro en portugués), con el puente de Luis I como protagonista y decenas de terrazas como acompañantes. Es el lugar idóneo para comer o cenar disfrutando de un buen paseo. La bajada al barrio desde la Catedral es, a mi juicio, el camino más bonito. Es probable que el sello distintivo de Oporto sea este barrio, y el monumento más conocido, el puente de Luis I, una enorme construcción de acero del siglo XIX. De nuevo, para el que disponga de más tiempo, en el barrio de Vila Nova de Gaia (al otro lado del río) se sitúan la mayoría de bodegas del famoso vino de Oporto y muchas de ellas se pueden visitar con guía y degustación incluidas.
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Barrio da Ribeira
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Otro rincón de parada obligada es la Plaza de la Libertad. La preside una estatua ecuestre del rey Pedro IV y allí arranca la avenida de los Aliados, grandiosa, repleta de interesantes edificios tanto institucionales como empresariales, como el ayuntamiento de Oporto (Câmara Municipal do Porto).
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Plaza de la Libertad y Avenida de los Aliados
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Muy cerca, la estación de San Bento es otra de las visitas obligadas de la ciudad por su vestíbulo decorado con azulejos representando escenas de la historia de Portugal.
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Estación de San Bento
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También vale la pena acercarse hasta el mercado do Bolhao y el café Majestic. El primero, decadente y el segundo, elegante, forman un perfecto contraste que define muy bien la particular belleza de Oporto.
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Mercado do Bolhao
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Por último, no puedo dejar de mencionar la librería Lelho e Irmao, aunque, desgraciadamente, se ha convertido en una visita tan mainstream que apenas se puede disfrutar de ella. Construida en estilo neogótico a principios del siglo XX, para algunos es la librería más bonita del mundo. Sin embargo, su éxito como lugar turístico comenzó cuando allí se rodaron escenas de película para la saga Harry Potter. Armaos de paciencia, haced cola en la caseta situada enfrente de la librería para sacar entrada y resistid a los codazos y empujones. Los flashes de las cámaras de todos los visitantes que quieren hacerse un book en la escalinata os impedirán pasear por la librería cómodamente, pero, en todo caso, vale la pena. Si queréis comprar algún libro, os descontarán del precio lo pagado por la entrada; yo opté por una edición sencilla de Os luisiadas de Camoes y un libro divulgativo sobre Pessoa.
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Librería Lelho e Irmao
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