Ruta Norte (IV): cuatro imprescindibles en Cantabria

Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga

Cuarta entrada dedicada a la Ruta Norte, ese recorrido de quince días por la parte septentrional de la península ibérica en busca del patrimonio más destacado de nuestro país. Después de una semana dedicada a Burgos, La Rioja y Navarra, paso dos días en Cantabria, una comunidad autónoma que, hasta no hace mucho tiempo, creía que no valía demasiado la pena. Como me pasó con Navarra, de nuevo metí la pata menospreciando a la tierruca, un lugar que me hizo disfrutar con su variado patrimonio arqueológico y artístico. Una vez más tengo que pedir disculpas a mi amigo Javi, que tuvo que oír en repetidas ocasiones, allá por el año 2010 durante nuestra estancia en la Universidad de Salamanca, que Cantabria no despertaba en mí el más mínimo interés. De paso tengo que agradecerle también el haberme dedicado una tarde entera en Santander como anfitrión. ¡Gracias y disculpas de nuevo, Javi!

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Isla y faro de Moure desde la península de la Magdalena, en Santander

El título de la entrada resume la idea bajo la que diseñé mi viaje a Cantabria: conocer los lugares imprescindibles. Finalmente fueron cuatro, muy diferentes entre ellos.

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Paseo marítimo de Santander

1. Santander, elegante ciudad de paseo

Mi primer destino en la tierruca fue Santander, la capital de la comunidad y la ciudad más importante económica y demográficamente. Después de una semana de ritmo vertiginoso, con numerosas visitas y ciudades cada día, agradecí al fin una jornada relajada. Digo relajada porque, para el que no lo sepa, Santander apenas nos ofrece patrimonio artístico por culpa del terrible incendio que la ciudad sufrió en 1941. Una auténtica catástrofe que arrasó con la parte antigua de la ciudad y que explica su morfología actual. Tras la tragedia, se construyeron decenas de edificios nuevos y se aprobó la reconstrucción de otros muchos, como la Catedral de Santander, un templo de origen gótico. La Catedral había sido construida entre los siglos XII y XIV sobre el antiguo monasterio de San Emeterio y Celedonio. En la actualidad y tras la reconstrucción, se puede visitar la iglesia, el claustro y la capilla baja del Cristo, también conocida como cripta, donde se conservan restos de unas antiguas termas romanas.

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Capilla baja del Cristo en Santander

Precisamente en la Catedral comenzó nuestro recorrido por los puntos más importantes de la ciudad. Muy cerca del templo arranca el Paseo de Pereda, un imprescindible en la vida de cualquier santanderino para ver y ser visto. Enfrente del paseo nos encontramos la preciosa bahía de Santander, para algunos la más bonita de España. A mí me llamó la atención el paisaje de montaña como telón de fondo, una diferencia notable con A Coruña. Se puede disfrutar de la bahía recorriendo el Paseo Marítimo de la ciudad dirección la Magdalena. Por el camino, veremos algunos edificios interesantes como la sede principal del poderoso Banco Santander.

Después de un cuarto de hora andando relajadamente, llegamos al Paseo de la Reina Victoria donde se pueden ver las primeras playas de la ciudad. Curioso y muy fuerte contraste en medio de este recorrido es la subida al Gurugú, una plaza comunitaria decorada en un estilo que no sabría si definir como hippie o como kitsch. En la Real Sociedad de Tenis de la Magdalena, a pie de playa, paramos a hacer un descanso para tomar un refresco con vistas al mar y a las canchas de tenis.

 

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Subida al Gurugú en Santander

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Playa de los Peligros en Santander

Siguiendo nuestro recorrido llegamos finalmente a la península de la Magdalena, probablemente la parte más conocida de la ciudad. Antigua residencia del rey Alfonso XIII, en la actualidad es un precioso parque rodeado de mar con bonitas vistas al faro y a la isla de Mouro. En la parte más alta del terreno se encuentra el Palacio de la Magdalena, un impresionante edificio construido a principios del siglo XX (hoy diríamos de estilo ecléctico), en la actualidad sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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Palacio de la Magdalena en Santander

Bordeada la península, llegamos hasta otra conocida zona de la ciudad, el Sardinero, con bonitos edificios como el del Casino acompañados de sucesivas playas. Las colas infinitas junto al puesto de la heladería Regma tienen una explicación: el precio, el tamaño y el sabor de sus helados. ¡Imprescindible!

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Rótulo de la heladería Regma en el Sardinero de Santander

De vuelta en el centro, una buena manera de terminar la jornada es cenar en el antiguo Mercado del Este y tomar unas copas en la animadísima Plaza del Cañadío.

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Mercado del Este en Santander

Santander también es una ciudad de museos; para el que tenga más tiempo, sería interesante conocer el MUPAC (de prehistoría y arqueología), el Museo Marítimo del Cantábrico (sobre biología, historia o tecnología relacionada con el mar y un gran acuario) o los museos artísticos MAS y Centro Botín.

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Plaza Velarde en Santander

2. Las cuevas de Altamira, Capilla Sixtina de la Prehistoria.

A menos de 40 kilómetros de la capital, en el municipio de Santillana del Mar, se encuentran las famosas Cuevas de Altamira, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1985, aunque en la actualidad tal consideración la tiene el conjunto de todas las cuevas de Asturias, Cantabria y el País Vasco.

Hoy en día ya no es posible visitar las cuevas auténticas. La alternativa es un conjunto formado por el Museo de Altamira y la Neocueva, una minuciosa reproducción de la auténtica en la que, por desgracia, no se pueden tomar fotografías. Al complejo se accede con facilidad siguiendo las indicaciones y, además, dispone de un amplio aparcamiento para estacionar el coche.

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Museo de Altamira en Santillana del Mar

Las salas del museo nos ofrecen, mediante paneles y otros elementos explicativos, un breve recorrido por la Prehistoria y por los orígenes del arte en la humanidad. El arte de las cuevas de Altamira, con 25000 años de antigüedad, nos trasladan hasta el Paleolítico; el arte de este período, realizado sobre roca, se conoce como “arte rupestre”. Las cuevas fueron el lugar elegido de nuestros antepasados para realizar esas primeras manifestaciones artísticas, improntas de manos y representaciones figurativas (bisontes, caballos o ciervos) pintados o grabados sobre los techos. El homo sapiens fue el primer artista dentro de la cadena evolutiva. La razón es sencilla: el arte requiere capacidad de abstracción, y, por tanto, un elevado grado de desarrollo; desarrollo que los anteriores homínidos no habían alcanzado todavía.

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Sala en Museo de Altamira

3. Santillana del Mar, conjunto histórico

Junto con las cuevas de Altamira, el caso histórico de Santillana del Mar es otros de los imprescindibles de Cantabria. Un pequeño entramado de calles que atesora importante patrimonio histórico y artístico, como se puede ver en este enlace (click). Mi visita se centró en la colegiata de Santa Juliana, el edificio más destacado del conjunto.

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Fachada de la colegiata de Santa Juliana en Santillana del Mar

La colegiata de Santillana del Mar es un impresionante templo románico del siglo XII. Su origen parece encontrarse en un antiguo monasterio creado para albergar los restos de la mártir Juliana. A nivel artístico no sólo destaca el exterior del templo, sino también el interior decorado con un maravilloso retablo del siglo XV. Sin embargo, si algo llama la atención en la colegiata es el antiguo claustro románico. Vale la pena detenerse y ver uno por uno los diferentes elementos decorativos de los capiteles. No fue el primer claustro románico del que disfruté en la Ruta Norte; el primero había sido el claustro de San Pedro de la Rúa en Estella (Navarra).

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Claustro de la colegiata de Santillana del Mar y sepulcro de Santa Juliana

Santillana del Mar es una localidad viva gracias al turismo, con numerosos locales de hostelería y tiendas, en la que se pasa un buen rato.

4. Comillas, modernismo de primera categoría junto al mar

La guinda a dos días de turismo tan variado la puso Comillas, una pequeña localidad a 17 kilómetros de Santillana del Mar. El título de este apartado no es una exageración. Arquitectos de fama mundial como Gaudí, Doménech i Montaner o Martorell no sólo dejaron su huella en Cataluña, sino que también lo hicieron en Comillas, lo que convierte a la villa en un exclusivo oasis modernista dentro de la península ibérica. En este enlace (click), el ayuntamiento ofrece información sobre la “Ruta modernista”, un itinerio que permite recorrer los más de diez puntos destacados de este movimiento artístico en Comillas.

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Fuente modernista de los Tres Caños en Comillas

Probablemente el edificio más famoso sea El Capricho de Gaudí (1883-1885), uno de los primeros encargos que recibió el genio catalán de manos del indiano Máximo Díaz de Quijano. En el exterior destaca la torre, la presencia de símbolos musicales en los balcones (guiño a la afición del propietario por la música) y los vistosos girasoles que decoran la fachada. No se queda corto el interior, en el que cada estancia y cada rincón fue planificado a conciencia por Gaudí, sabiendo que en el futuro sería la casa de recreo de una persona soltera. El Capricho de Gaudí es un edificio en manos privadas, y, aunque el precio de la entrada en un principio pueda parecer elevado, los servicios que ofrece la visita (tienda, guía, etc.) son de un nivel muy superior a lo habitual [lo que lleva a preguntarse por qué la gestión pública nunca alcanza esas cotas de calidad].

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El Capricho de Gaudí en Comillas

Junto a El Capricho de Gaudí, en una amplia finca, se sitúa el Palacio de Sobrellano y su panteón. Fueron construidos en estilo neogótico a finales del siglo XIX para los marqueses de Comillas. El edificio del palacio me llamó mucho la atención, por ser muy diferente (éxotico, diría) a todo lo visto hasta el momento. También es posible visitarlo pagando una entrada.

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Palacio de Sobrellano en Comillas

Otro punto destacado dentro de la ruta modernista de Comillas es la Universidad Pontificia, un enorme edificio gótico-mudéjar construido entre 1883 y 1892 por encargo del marqués de Comillas. El conjunto, formado por el edificio y los jardines aledaños, se levanta en uno de los terrenos de mayor altitud de Comillas, desde los que se puede disfrutar de unas bonitas vistas. Vale la pena detenerse también en la puerta monumental que abre la entrada al recinto, pues también forma parte de la ruta modernista. En la actualidad el conjunto es sede de la Fundación Comillas.

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Vistas desde la Universidad Pontificia: palacio de Sobrellano y panteón

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Detalle del edificio de la Universidad Pontificia

Otra parada imprescindible de la ruta es el cementerio de Comillas. Forma parte del itinerario modernista porque el arquitecto Doménech i Montaner reformó bajo este estilo el antiguo templo gótico y sus dependencias. El resultado es un cementerio muy particular, misterioso y con maravillosas vistas al mar.

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Cementerio de Comillas

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Playa de Comillas

Después de pasar dos días en Cantabria, la siguiente parada de la Ruta Norte fue el Principado de Asturias, la penúltima de la aventura, que terminó en Galicia.

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Monumento a Gaudí en los jardines de El Capricho

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