Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
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Flores en los Jardines de Santa Bárbara, en Braga
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Siento debilidad por Portugal desde el año 2011, cuando viajé, por primera vez con consciencia, a nuestro país vecino. El destino elegido aquel año fue Lisboa y, unos años después, repetí experiencia en Oporto. Sabía que ahí no quedaría el asunto y que después de conocer sus dos grandes ciudades, más tarde o más temprano ahondaría en su historia y su patrimonio a través de otros viajes.
Siguiendo un orden histórico lógico y teniendo en cuenta su proximidad con Galicia, la siguiente parada no podía ser otra que Braga y Guimaraes, dos ciudades clave para entender la historia del país luso.
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Plaza de la República en Braga
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Braga: romana, sueva, católica.
Bracara Augusta, ciudad romana
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Bracara Augusta fue el nombre con el que los romanos bautizaron a la ciudad durante la conquista de la península ibérica, en tiempos del emperador Augusto. De aquella época podemos ver hoy restos como las Termas Romanas do Alto da Cividade o la Fonte do Ídolo. Además, el Museo de Arqueología Diego de Sousa dedica varios espacios a este período de la historia de Braga.
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Fonte do Idolo, santuario romano de culta al agua, en el centro de Braga
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Tras la caída del Imperio Romano, Braga fue capital del reino de los suevos y posteriormente territorio visigodo. De esta época se conservan también vestigios, como la Basílica de São Martinho de Dume o la capilla de São Frutuoso de Montélios. Esta última es, al parecer, una de las visitas más interesantes de la ciudad, pero desgraciadamente en la oficina de Turismo me desaconsejaron ir salvo que me sobrase tiempo: está bastante alejada del centro y no garantizan que se cumpla el horario de apertura pues es de gestión privada.
Braga es también una ciudad importante desde el punto de vista cristiano y católico. Reconquistada en el siglo IX tras 100 años de dominio musulmán, en la Edad Media se crea una diócesis propia que le devuelve el esplendor de antaño, construyéndose la Catedral y otros edificios medievales. Unos siglos más tarde, la ciudad vuelve a a brillar de la mano del catolicismo y en ella se levantan muchos de los edificios barrocos y neoclásicos que vemos en la actualidad. Prueba de que es amplio el patrimonio artístico del siglo XVIII, se puede seguir por la ciudad la llamada Rota do Barroco. La oficina de Turismo ofrece un folleto-mapa que señala todos los puntos destacados de este movimiento artístico en Braga, del que Carlos Amarante es el arquitecto más destacado.
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Arco da Porta Nova en Braga
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El Arco da Porta Nova, la Iglesia do Populo, el Palacio dos Biscainhos (también museo), el retablo de la Iglesia da Misericordia, la Basílica dos Congregados, el antiguo hospital e Iglesia de São Marcos, la Iglesia de Santa Cruz y el Palacio do Raio son algunos ejemplos del barroco en Braga.
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Fachada del antiguo hospital e iglesia de São Marcos
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Interior de la Iglesia de Santa Cruz
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Sin embargo, los dos edificios más importantes vinculados a la Iglesia en la ciudad son la Sé Catedral de Braga y el Palacio Episcopal.
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Fachada de la Sé Catedral de Braga
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Echando un vistazo al exterior de la Sé Catedral de Braga se aprecia que estamos ante un edificio construido en diferentes estilos, fruto de sucesivas reformas. Podemos observar elementos de la original iglesia románica, así como otros góticos y barrocos. En el interior llama la atención el impresionante órgano y la sillería del coro.
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Porta da luz, románico en el exterior de la Sé de Braga
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Pináculos góticos en el exterior de la Sé de Braga
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Impresionante órgano barroco de la Sé de Braga
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El Palacio Episcopal es otro ejemplo de edificio reformado a lo largo de los siglos. Desde los jardines de Santa Bárbara se puede ver la parte más antigua del edificio, del siglo XIV y, junto a la entrada de la Biblioteca Pública de Braga, su fachada barroca. Bonito conjunto es también el que forma en el Largo do Paço, plaza presidida por una gran fuente barroca conocida como Chafariz dos Castelos.
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Antiguo palacio episcopal desde los jardines de Santa Bárbara
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Chafariz dos Castelos, fuente en el Largo do Paço
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De entre todo el patrimonio que atesora la ciudad, el conjunto más singular y probablemente el más visitado es el santuario do Bom Jesus do Monte. Es necesario coger el coche o tomar un autobús urbano para llegar hasta él, puesta está situado en una colina a unos pocos kilómetros del centro de Braga.
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La ciudad de Braga vista desde o Bom Jesus do Monte
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Fuente en el primer tramo del santuario do Bom Jesus do Monte
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Una vez allí, el que no quiera subir sus interminables escaleras puede tomar un elevador, pero creo que con esta opción la visita pierde todo el encanto. El primer tramo de este particular via crucis por la pasión de Cristo está sumergido en un bosque y en él varias capillas recogen pasajes de la Biblia recreando la muerte de Jesús. Una vez atravesado, se llega hasta la parte más impactante del recorrido: arranca ahí la impresionante escalera barroca con el templo neoclásico en lo alto. Este tramo también está cargado de significado religioso: citas e imágenes de personajes biblícos, elogio de las virtudes, etc.
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Escalinata barroca do Bom Jesus do Monte
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Subida hacia el templo do Bom Jesus do Monte
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Neoclasicismo en el interior do Bom Jesus do Monte
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El que disponga de tiempo y de coche para desplazamientos, podría completar la visita a Braga con el Mosteiro de Tibães, el Santuario do Sameiro o incluso acercarse a Barcelos, la ciudad escenario de la famosa Leyenda del Gallo, símbolo de Portugal.
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Gallo de Barcelos en una tienda de recuerdos de Braga
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Guimaraes: O berço da Nação (la cuna de la nación)
A escasos 30 kilómetros de Braga se encuentra Guimaraes. Los orígenes de la ciudad se remontan al siglo X, cuando la condesa Mumadona Dias fundó un monasterio y un castillo para su protección. Ambos edificios se conectaron mediante la rúa de Santa María. Esta calle, la más antigua, es hoy el itinerario imprescindible para conocer la ciudad.
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Bandera portuguesa en un balcón de Guimaraes
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Murallas de Guimaraes. Al fondo, Palacio de los Duques de Braganza
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Guimaraes es una ciudad atractiva por dos razones. La primera de ellas, su novedoso urbanismo medieval, articulado como en la época clásica alrededor de grandes plazas. Éste es uno de los motivos por los que la ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2001. El segundo motivo que hace de Guimamares un lugar especial es su vínculo con el nacimiento de la nación portuguesa. En Guimaraes se dice que nació Afonso Henriques, primer rey de Portugal y líder de la reconquista portuguesa.
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“Aquí nasceu Portugal”, recordatorio en el Largo de Toural
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Calle decorada por fiestas en Guimaraes
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Dentro de lo que fue la antigua ciudad, hoy casco histórico intramuros, se pueden ver interesantes monumentos siguiendo la Rúa de Santa María.
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Rúa medieval de Santa María
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El primero, la iglesia de Nossa Senhora da Oliveira. En este templo, originariamente románico, llaman la atención la torre manuelina (el plateresco en España y el manuelino en Portugal son dos de mis estilos artísticos favoritos) y el claustro del antiguo complejo monacal. Delante de la iglesia, el Padrão do Salado conmemora la victoria de las tropas castellanas y portuguesas que lucharon unidas contra los musulmanes. En la misma plaza (Largo da Oliveira), se puede ver el edificio del antiguo ayuntamiento y, detrás de éste, la plaza de S. Tiago. En ambas se puede parar a tomar algo en uno de los muchos locales de hostelería con terraza que en verano se abarrotan de gente.
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Padrão do Salado
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Capitel en el claustro de Nossa Senhora da Oliveira
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Terrazas en la plaza de S. Tiago
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Siguiendo el recorrido por la rúa de Santa María, pasaremos por delante del impresionante convento de Santa Clara, con fachada barroca presidida por una imagen de la santa.
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Santa Clara en la fachada barroca del convento
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Poco después llegaremos a la colina donde se sitúan los tres edificios más visitados de la ciudad: el castillo de Guimaraes, la iglesia de San Miguel do Castelo (pequeño templo románico donde Afonso Henriques fue bautizado) y el Palacio de los Duques de Braganza, impresionante edificio del siglo XV.
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Castillo de Guimaraes desde el exterior
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Recorrido por el interior del Castillo de Guimaraes
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Vale la pena hacer cola y pagar la entrada para ver el palacio ducal. Quise leer más sobre él nada más verlo, ya que me llamó mucho la atención el estilo en el que estaba construido; no le encontraba parecido con ningún otro edificio de la península. Efectivamente, después de leer la información, comprobé que estaba construido en estilo borgoñón, procedente de Francia y otros países europeos. El recorrido de la visita permite ver numerosas estancias, como dormitorios y salones.
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Sala en el Palacio de los Duques de Braganza
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Patio interior del Palacio de los Duques de Braganza
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No suelo hacer mención a ningún hotel en mis entradas, pero a los que viajen de hostel o albergue, he de decirles que mi estancia en el Hostel Prime Guimaraes fue maravillosa, por el trato de sus dueños (¡gracias Celia y Fransisco!) y por el equipamiento del que disponen en la cocina y demás estancias.
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Falai de castelhanos e portugueses, porque espanhóis somos todos. Luis de Camões