Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
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Durante muchos años sostuve la idea de que jamás visitaría Navarra y Cantabria. Era joven e ignorante y creía que no valía la pena acercarse a conocerlas. Tan convencida estaba que hasta lo manifesté en varias ocasiones (desde aquí, Javi y Óscar, ¡os pido otra vez perdón!). Ahora que las he conocido, me tiro de los pelos: ¡lo que me estaba perdiendo!
Tras dos etapas en Burgos (click) y en La Rioja (click), llegué a Navarra un viernes y allí estuve hasta el lunes. Fueron tres días en los que disfruté muchísimo. La estancia superó con creces las expectativas, de ahí que titulo esta entrada como “Navarra, la gran sorpresa”. Sentirme como en casa gracias a la invitación de Begoña y Óscar, que me acogieron en Estella, contribuyó también a que la experiencia fuese tan buena. De nuevo, ¡¡muchísimas gracias!!
Estableciendo el campamento en Estella (una ciudad con un patrimonio increíble a la que prácticamente hay que dedicarle un día entero), organicé dos excursiones, de manera que las visitas durante esos días fueron:
1. Estella y el Monasterio de Irache
2. Artajona, Olite y Ujué
3. Pamplona, Eunate y Puente la Reina
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1. ESTELLA, la Toledo del Norte
Hasta hace poco, Estella tan sólo me sonaba por los pactos políticos firmados allí a finales de los 90. Desconocía el enorme patrimonio del que se puede disfrutar paseando por sus calles. Prueba de su importancia es que se conoce a la ciudad como “La Toledo del Norte”.
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Puente Picudo en Estella
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A grandes rasgos, Estella es una ciudad nacida de la mano del Camino de Santiago. Los edificios más importantes son románicos, coincidiendo con el esplendor medieval de la ciudad.
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El río Ega a su paso por Estella
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Así, el Palacio de los Reyes de Navarra es una joya, pues pocos edificios románicos civiles de esa envergadura se conservan en España. Frente a él, junto a la Plaza de San Martín (preciosa), la iglesia de San Pedro de la Rúa llama la atención por su impresionante escalera de acceso. En ella se puede visitar también un maravilloso claustro románico; vale la pena detenerse y observar una por una las representaciones de sus capiteles.
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Palacio de los Reyes de Navarra
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Escalinata de acceso, capitel y claustro en San Pedro de la Rúa
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Importantes son también la Iglesia de San Miguel y la iglesia del Santo Sepulcro, que, siendo de épocas distintas, destacan ambas por sus fachadas (románica y gótica respectivamente).
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Tímpano en la fachada de la Iglesia de San Miguel
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También vale la pena subir hasta la Basílica de Nuestra Señora del Puy, patrona de Estella, construida en un alto de la ciudad. Es un templo moderno (primera mitad del siglo XX) muy curioso por las múltiples referencias a la estrella (protagonista en la leyenda de la Virgen) en la arquitectura del edificio. Además, delante de la Basílica se puede disfrutar de una impresionante panorámica de Estella con el Montejurra detrás.
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Panorámica de Estella desde la Basílica del Puy
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A nivel museos, en Estella se puede visitar el Museo Gustavo de Maetzu, dedicado al pintor, o el Museo del Carlismo (la ciudad fue un importante enclave carlista).
En Ayegui, a 2 kilómetros de Estella, se encuentra el Monasterio de Irache. Ya no habitan monjes allí, pero se puede visitar y la entrada es gratuita. Construido en varios estilos (románico, plateresco y herreriano) fue hospital de peregrinos e incluso albergó una universidad. No me llevó mucho tiempo conocerlo; tan sólo se puede visitar la iglesia, el claustro y un par de dependencias más, por lo que recomiendo acercarse aunque sea un rato.
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Monasterio de Irache
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2. ARTAJONA, OLITE Y UJUÉ
Para mi segundo día en Navarra organicé una excursión a tres pueblos, Artajona, Olite y Ujué, próximos entre ellos.
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El cerco de Artajona
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Artajona destaca por su impresionante cerco medieval. Dentro de las murallas se puede pasear por las calles del pueblo y ver edificios interesantes, como la iglesia de San Pedro; pero para mí la mejor estampa fue la del cerco, visto desde lo lejos. Artajona no es tan conocido como otros lugares de Navarra. Sin embargo, para mí, de paso que se visita Olite (uno de los imprescindibles de la comunidad foral) se debería pasar por Artajona.
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Castillo de Olite
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De Olite y su palacio-castillo poco se puede añadir, pues probablemente sea el edificio más conocido de Navarra para los que somos de fuera. En él se distinguen dos partes, la vieja (del siglo XIII) y la nueva (del siglo XV), lo que lleva a diferenciar entre el Palacio Viejo y el Palacio Nuevo, siendo éste último el más llamativo. Parece sacado de un cuento. De estilo gótico, fue la última corte de los Reyes de Navarra hasta que el reino fue conquistado por Castilla. El perfecto estado en el que se encuentra se debe a que fue reconstruido en el siglo XX (Espoz y Mina lo había incendiado a principios del siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia, para dificultarle la retirada a los franceses). Durante la visita (que ojo, lleva bastante tiempo completar) se puede acceder a muchas estancias y subir a varias de sus torres; impresionantes las vistas y las fotografías que se pueden tomar desde ellas. Adosada al Palacio se encuentra la Iglesia de Santa María de Olite, también maravillosa. Por falta de tiempo mi visita se ciñó al Palacio y sus aledaños, aunque el pueblo ofrece más patrimonio.
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Balcón en el Palacio Nuevo
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Palacio Viejo de Olite
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La excursión terminó en Ujué, una villa medieval construida a más de 800 metros de altitud. Las vistas desde la carretera de acceso son maravillosas, aunque yo no las pude disfrutar demasiado ya que iba conduciendo y, además, tengo bastante miedo a las alturas. El edificio más importante es la Iglesia-fortaleza de Santa María de Ujué, construida en la parte más alta del pueblo. Como su propio nombre indica, además de templo fue concebido como fortaleza. Sobre la Virgen de Ujué versa una leyenda: al parecer, un pastor, movido por la curiosidad al ver que una paloma entraba y salía constantemente de una cueva, entró en ella y se encontró a la Virgen, por eso allí construyeron una iglesia. Originariamente era románica, aunque ahora destacan los elementos góticos. Dentro se puede ver una imagen de la Virgen del siglo XII y también un recipiente que guarda el corazón del rey Carlos II ‘El Malo’. El pueblo es muy peculiar, con grandes cuestas y calles estrechas. En uno de los muchos rincones que forma la Iglesia-fortaleza hay un mirador desde el que se puede disfrutar de unas vistas de quitar el hipo. Las que más me llamaron la atención fueron las de los Pirineos.
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Iglesia-fortaleza de Santa María de Ujué
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Virgen de Ujué, «la morenica» en el interior de la Iglesia (siglo XII)
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Vistas desde Ujué, a 800 metros de altitud
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3. PAMPLONA, EUNATE Y PUENTE LA REINA
Para el tercer día planifiqué una excursión muy cómoda a Pamplona, Eunate y Puente la Reina. Digo cómoda porque Estella está muy bien comunicado con la capital por autopista, y tanto Eunate como Puente la Reina se sitúan en medio del recorrido, en salidas bien señalizadas con carteles.
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Ayuntamiento de Pamplona
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No le dediqué demasiado tiempo a Pamplona, pero sí el suficiente como para darle un repaso a la ciudad y quedarme con buen sabor de boca. Visité la Catedral, las murallas y la Ciudadela, completando la estancia con un paseo por las inmediaciones del Ayuntamiento hasta llegar a la Plaza del Castillo.
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Fachada neoclásica de la Catedral de Pamplona
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La Catedral, vista desde fuera, poco tiene que ver con el interior, por lo que lo habitual es entrar con unas expectativas que luego se superan con creces. La fachada es neoclásica y el interior, gótico. El claustro es una joya que (¡qué rabia!) no se podía visitar cuando yo entré, pues la Catedral tan sólo estaba abierta al culto. Es motivo, sin duda, para tener que volver a visitar Pamplona. También es gótico el sepulcro del rey Carlos III el Noble y su esposa, situado en la nave central frente al altar. Este último lo preside una imagen románica de la Virgen del siglo XII.
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Sepulcro de Carlos III ‘El Noble’ y su esposa en la Catedral de Pamplona
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Muy cerca de la Catedral se pueden ver las murallas medievales, bien conservadas. Me acerqué también hasta la Ciudadela, un recinto militar que mandó construir Felipe II. Al que le interese la arquitectura militar disfrutará mucho paseando por ella. Por último, el Ayuntamiento, construido en estilo barroco y neoclásico, es famoso gracias a las fiestas de San Fermín, pues allí dan comienzo, el 6 de julio, con el lanzamiento del chupinazo.
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Murallas de Pamplona
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Como ya mencionaba arriba, durante el trayecto Estella-Pamplona por autovía, varios carteles te indican la salida a Puente la Reina y a Santa María de Eunate, por lo que después de la visita express a Pamplona aproveché para conocerlos.
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Pórtico octogonal de Santa María de Eunate
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Santa María de Eunate es una iglesia románica muy curiosa por su planta octogonal y el pórtico que la rodea, también octogonal. Es muy pequeña pero realmente preciosa. El estar aislada y rodeada de paisaje le da bastante encanto.
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Iglesia de Santa María de Eunate
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Puente la Reina, al igual que Estella, es un pueblo totalmente vinculado al Camino de Santiago. Su famoso puente fue construido en el siglo XI y tiene más de 100 metros de largo. En el mismo puente se ambienta otra leyenda con la Virgen como protagonista: la leyenda del txori, pajarillo que supuestamente cuidaba la imagen de la Virgen. La Calle Mayor es una prolongación del Puente y de ahí la fisonomía tan particular del pueblo. Paseando por esta calle principal hay que parar a visitar la Iglesia del Crucifijo (importante precisamente por el crucifijo gótico en forma de “Y”) y la iglesia de Santiago (por su fachada románica).
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Puente de Puente la Reina
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Calle Mayor de Puente la Reina, prolongación del puente
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