Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
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La segunda etapa de la Ruta Norte transcurre en La Rioja. Después de dos días y medio en Burgos, toca tomar la N-120 dirección Logroño con el fin de visitar:
- Santo Domingo de la Calzada
- San Millán de la Cogolla
- Nájera
- Logroño
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Compostela en Santo Domingo de la Calzada
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1. Santo Domingo de la Calzada
La primera parada en tierras riojanas es Santo Domingo de la Calzada, una villa estrechamente vinculada al camino de Santiago. Sus orígenes datan del siglo X-XI, cuando Domingo García trazó una vía que facilitó el tránsito de peregrinos del Camino Francés. Por ello, en la actualidad es el patrón de los Ingenieros de Caminos.
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Monumento al Peregrino
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En Santo Domingo de la Calzada destaca, en primer lugar, la Catedral. Es un templo originariamente románico, aunque se conservan pocos elementos de este estilo. A lo largo de los siglos se llevaron a cabo diferentes reformas, por lo que puede apreciarse en ella varios estilos, visibles tanto en la iglesia como en el claustro. El retablo del siglo XVI es una de las joyas del edificio, junto con el sepulcro del Santo Domingo, construido en el siglo XIII pero al que se le fueron añadiendo elementos en siglos posteriores. Pero sin duda lo que más llama la atención en la Catedral es el gallinero gótico, dentro del cual podemos ver un gallo y una gallina vivos. “Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada” es el dicho más conocido de la ciudad, y hace mención a un supuesto milagro ocurrido por intercesión del Santo. En las fechas en las que visité la Catedral, el claustro albergaba una exposición, “Playmobil en el Camino”, que a los amantes de estos juguetes (como yo) seguro les encantará.
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Catedral de Santo Domingo de la Calzada
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Sepulcro del Santo Domingo
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Exposición «Playmobil en el camino»
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En la misma plaza donde se levanta la Catedral podemos ver la Torre Exenta, que como su propio nombre indica es una torre de la Catedral que se encuentra separada del edificio. Es de estilo barroco y se puede subir a lo alto del campanario pagando la entrada. Su altura es de 70 metros.
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Torre Exenta de Santo Domingo de la Calzada
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En Santo Domingo de la Calzada encontramos también otros edificios interesantes, como el Ayuntamiento (de estilo barroco), el Convento de San Francisco (en estilo herreriano, es sede de uno de los dos Paradores de la ciudad) o el Puente (originariamente del siglo XI). Paseando por sus calles podemos ver casas señoriales de diferentes épocas, el antiguo Hospital de Peregrinos (hoy Parador), la Abadía Cisterciense (en la actualidad parte es un albergue de peregrinos) o las antiguas Murallas.
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Calles en Santo Domingo de la Calzada
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Murallas en Santo Domingo de la Calzada
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Convento de San Francisco en Santo Domingo de la Calzada
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Plaza del Ayuntamiento en Santo Domingo de la Calzada
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2. San Millán de la Cogolla
Siguiendo el recorrido por la N-120, tan sólo es necesario desviarse unos pocos kilómetros para visitar San Millán de la Cogolla. Esta localidad es una de las paradas del llamado “Camino de la Lengua Castellana”, junto con otras como Salamanca o Alcalá de Henares, todas ellas importantes en la historia de nuestro idioma. En San Millán de la Cogolla se encontraron las “glosas emilianenses”, anotaciones en los márgenes de un códice en latín, escritas en una primitiva lengua castellana. Los códices estaban escritos en latín, pues era la lengua culta, mientras que la población utilizaba una lengua romance fruto de la evolución durante siglos del latín. Probablemente el monje que realizó estas anotaciones en los márgenes pretendía aclarar el significado del texto en latín en su lengua vehicular. A San Millán de la Cogolla se encuentra vinculada también la figura de Gonzalo de Berceo, el primer poeta castellano conocido. Por todo ello, y no es para menos, esta localidad se considera la cuna del castellano.
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Indicador «Camino de la Lengua Castellana»
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Códice con anotaciones en el margen
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En San Millán de la Cogolla podemos visitar dos Monasterios Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1997: San Millán de Yuso y San Millán de Suso. Sus nombres provienen del castellano antiguo: yuso (el de abajo) y suso (el de arriba), pues efectivamente son dos monasterios separados.
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Fachada del Monasterio de Suso
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Al Monasterio de San Millán de Suso no se puede acceder en coche; tan sólo es posible visitarlo comprando las entradas, las cuales incluyen el autobús que te lleva hasta el alto en el que está situado el templo. El origen de este monasterio es la celda en la que habitó el anacoreta Millán durante el siglo VI, un ermitaño posteriormente convertido en santo. El entorno del monasterio, rodeado de naturaleza, le da más emoción a la visita. En el edificio, de pequeñas dimensiones, se pueden ver elementos de diferentes momentos históricos: un arco visigodo, una sucesión de arcos mozárabes y otra de arcos románicos.
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Arcos románicos en el monasterio de Suso
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Arcos mozárabes en el Monasterio de Suso
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Arco visigodo en el monasterio de Suso
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El Monasterio de San Millán de Yuso, por el contrario, es bastante grande. Fue fundado en el siglo XI, pero el original románico fue reconstruido en estilo herreriano varios siglos después.
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Monasterio de Yuso
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La visita incluye la iglesia, los dos claustros (uno renacentista y otro neoclásico), la sacristía (el retablo, los muebles y los frescos son de gran valor) y otras dos salas (una donde se guardan las reliquias de San Millán en un arca con marfiles del siglo XI y otra donde se conserva una de las cuatro colecciones completas de cantorales que hay en España, ésta del siglo XVIII). En el retablo mayor de la iglesia se puede ver un cuadro de San Millán luchando contra los moros, una representación habitual del santo, aunque realmente tal cosa nunca ocurrió. En la iglesia también me llamó la atención la talla del púlpito, atribuido a la escuela de Berruguete, tan realista que hasta se aprecian los músculos de las figuras representadas.
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Altar mayor en la iglesia del monasterio de Yuso
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Púlpito atribuido a la escuela de Berruguete
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Sacristía en el monasterio de Yuso
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Colección de cantorales
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Arca de las reliquias de San Millán
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3. Nájera
Volviendo a la N-120 dirección Logroño nos encontramos con Nájera, una localidad que por falta de tiempo tenía previsto eliminar del itinerario, pero que gracias a Dios no lo hice, porque me parece realmente imprescindible. Aunque el municipio ofrece varias visitas interesantes (como el Museo Arqueológico) lo más destacado es el Monasterio de Santa María la Real de Nájera, para mí la gran sorpresa de esta etapa.
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Fachada del Monasterio de Santa María la Real
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Nájera fue una ciudad muy importante en tiempos del primitivo reino de Nájera-Pamplona. El Monasterio fue mandado construir en el siglo XI por el Rey García Sánchez III, en el lugar en el que se dice que el monarca, mientras estaba de cacería, se encontró a la Virgen dentro de una pequeña cueva. Destaca en él el claustro gótico-plateresco y, dentro de la iglesia, el panteón real, el más numeroso de España tras San Lorenzo del Escorial. En él están enterradas varias dinastías de reyes del siglo X al XII. El más valioso es el sepulcro de Blanca de Navarra, una de las joyas de la escultura románica española. Detrás del panteón se puede visitar la cueva primitiva donde tuvo lugar la aparición de la Virgen según la leyenda.
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Panteón Real
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Sepulcro de Blanca de Navarra
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Cueva de la leyenda en el monasterio de Nájera
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4. Logroño
Termina esta segunda etapa de la Ruta Norte en la capital riojana, Logroño, una ciudad aparentemente cómoda y tranquila para vivir.
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Río Ebro a su paso por Logroño
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Mi paseo comenzó a orillas del Ebro, río que baña la ciudad y que es atravesado por varios puentes. Ya en el centro, el monumento más destacado es la Concatedral de Santa María la Redonda, de estilo barroco en el exterior y gótico en el interior. Me llamó la atención que detrás del altar se puede ver un cuadro atribuido a Miguel Ángel. Por el Paseo del Espolón (presidido por una estatua en honor del general Espartero, personaje muy vinculado a la ciudad) se puede dar otra vuelta hasta terminar la jornada en la Calle del Laurel, donde tomar unos vinos en sus decenas de bares, siempre muy animados. Si hubiese tenido más tiempo, hubiese visitado el Museo de La Rioja y otras iglesias y conventos de la ciudad.
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Concatedral de Santa María la Redonda
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Vinos en la Calle Laurel
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