Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
Hace unos meses, la revista online A Revolta me brindó el placer de poder incluir en sus páginas algunos de los artículos sobre mis viajes por Galicia, artículos que he ido acumulando a lo largo de los últimos años en mi ordenador. Algunos de ellos se pueden consultar en este enlace.
En el primero, Galicia de Leyenda (I), antes de entrar a hablar sobre lugares asociados a leyendas tradicionales, incluí una pequeña introducción a modo de resumen sobre las, desde mi punto de vista, inmensas posibilidades que ofrece Galicia. La introducción era la siguiente:
Que Galicia es uno de los mejores destinos turísticos de España es algo que, hasta ahora, nadie se ha atrevido a poner en duda —ni siquiera la ignorancia más atrevida—. ¡Pobre de aquel! Nuestra tierra posee armas suficientes para satisfacer los deseos del turista más tradicional o del viajero más exquisito. Su particular geografía (de los miles de kilómetros de variadísima costa a un vasto territorio interior si cabe más diverso aún) ha condicionado el devenir de su historia y sus gentes, convirtiendo a Galicia un lugar donde encontrar todo lo imaginable. Lugares, formas de vida, patrimonio, manifestaciones culturales, etc. de toda índole se reparten por la geografía gallega.
No es casualidad que el gran Otero Pedrayo, en su Guía de Galicia (1926), dedicase las primeras páginas — que él tituló Parte General— a tratar de explicarle al lector la geografía de nuestra tierra (I). Continuaba el ourensano la Parte General con una síntesis histórica (II), una breve exposición de la Literatura y el Arte (III) para terminar hablando de la Estética del Paisaje (IV). ¿Cómo iba Otero a ofrecernos una guía —llamada Parte Descriptiva en su obra— sin explicarnos primero todo lo anterior? Nada se entendería. Sensacional la praxis del ourensano, sin duda.
Fruto de esta variedad geográfica —que, como ya hemos dicho, ha incidido capitalmente en su historia y sus gentes— Galicia nos ofrece destinos para todos los gustos. Los enamorados de la naturaleza pueden escoger entre un elenco de destinos radicalmente distintos: las Rías Altas y Baixas, la Ribeira Sacra, O Courel, Os Ancares, A Terra Chá, A Mariña Lucense… Por no hablar del Camino de Santiago —el paso de la frontera por Pedrafita do Cebreiro es calificado por todos aquellos que lo han vivido como algo único—. Para los amantes de la arquitectura, Galicia ofrece también una amplia variedad de destinos: el Ferrol de la Ilustración, la Compostela Barroca, la Galicia de los Mosteiros —qué decir de Oseira,Sobrado o Samos—, los tradicionales Pazos —de la majestuosidad de Oca al privilegiado entorno natural de Mariñán—, etc. Quienes persigan los llamados Patrimonio de la Humanidad encontrarán en Galicia la Muralla de Lugo, la Catedral de Santiago de Compostela y su casco histórico o la Torre de Hércules en A Coruña. Pero no debemos olvidarnos de aquellos que buscan diversión en un ambiente estival con sol, playa y gentes de todos los rincones; para ellos Galicia ofrece destinos como Sanxenxo o Baiona, que continúan arrastrando a miles de personas año tras año hacia nuestras tierras. Pero Galicia tiene aún mucho más que ofrecer. La ruta por el megalitismo y los vestigios de la cultura castrexa es un must para los amantes de la Historia: el Dolmen de Dombate y Axeitos, los castros de Viladonga, Santa Tegra yBaroña —entre otros muchos— o los petroglifos de Campo Lameiro. Y, finalmente, para los que deseen profundizar en la cultura y la sociedad gallega, a lo largo de los cuatro provincias se pueden visitar diferentes museos etnográficos: desde el sensacional Museo do Pobo Galego en Compostela hasta otros más específicos como el Ecomuseo Forno do Forte, por citar alguno. ¿Alguien da más?
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Aunque me lo propusiese, creo que sería imposible hacer un recuento de todas las excursiones y viajes que he hecho por Galicia, tanto en estos últimos años como durante mi infancia con mis padres. Sobre alguna de ellas he compartido fotos o incluso algún texto en redes sociales. Fruto de ello, familiares, amigos y conocidos me animaban a crear un blog para darles cabida de una manera más «seria». He tardado en tomar la decisión porque «de hacer las cosas, hacerlas bien» y desgraciadamente no dispongo de mucho tiempo para invertirlo en esto. Finalmente me he animado a crearlo, pudiendo así compartir fotografías y/o textos de mis particulares escapadas —por Galicia y paralelamente por España—. Por mi cabeza rondan también otras ideas, así como algún que otro proyecto específico sobre patrimonio gallego; supongo que tener un blog personal contribuirá a materializarlas y a darle un pequeño empujón a todos esos reportajes, por llamarlos de algún modo.
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