Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
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Tras un largo parón vacacional, coincidente con el verano, vuelven los reportajes a mariaberini.es
Llevaba varios años escuchando, en boca de una buena amiga canaria, que la Gomera era un bombón en medio del Atlántico. Y, efectivamente, no se quedaba corta con esta afirmación. Tuvimos el placer de conocer todos los encantos de la isla hace algunas semanas, siempre bajo la particular visión de este blog, poniendo el acento en su valor histórico, etnográfico o paisajístico. En este recorrido por el patrimonio más destacado de la Gomera acompaño la información recopilada con fotografías que tratan de reflejar la colorida belleza de la isla colombina.
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Introducción
La Gomera es una de las siete islas –ocho si contamos La Graciosa– que componen el archipiélago canario. Situada a pocos kilómetros de la costa suroeste de Tenerife, administrativamente pertenece a la provincia de Santa Cruz de Tenerife, aunque, como el resto de islas, cuenta con cabildo propio. Sus más de 20.000 habitantes se reparten en diferentes poblaciones, siendo la principal la capital, la ciudad de San Sebastián. Del origen geológico de este archipiélago poco más se puede aportar, pues, como todos sabemos, las islas son fruto de una actividad volcánica que se remonta a millones de años atrás. Sus particulares condiciones geográficas dieron un lugar a un terreno profundamente agreste y complejo para el asentamiento humano. Esta circunstancia, tal y como se verá a lo largo de la entrada, ha condicionado la vida de los gomeros desde sus primeros pobladores.
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Transporte
A pesar de que La Gomera cuenta con un pequeño aeropuerto propio, el medio de transporte más utilizado para acceder a la isla es el ferry. Así, por ejemplo, desde la isla de Tenerife dos navieras, Fred Olsen y Naviera Armas, ofertan varias frecuencias diarias al puerto de la capital, San Sebastián de la Gomera, con una duración del trayecto de apenas una hora. Viajar en barco es una gran experiencia que permite disfrutar del mar y de preciosas vistas, la cual repetiría encantada.
La superficie total de la isla no alcanza los 400 km², pero la difícil orografía insular alarga la duración de los trayectos entre poblaciones, de manera que la mejor manera de recorrer La Gomera es alquilando un vehículo. La isla presenta interesantísimos contrastes (de las soleadas playas de Valle Gran Rey a la húmeda laurisilva del Garajonay) y una interminable ruta de miradores, por lo que, mandos del vehículo en mano, al viajero le esperan unos días recorriendo sinuosas carreteras mientras admira el maravilloso patrimonio gomero.
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Historia
Los lectores habituales de este blog saben que mi punto de partida a la hora de visitar un lugar es siempre su historia.
Por estar situadas lejos del mundo conocido y por sus particulares condiciones paisajísticas y climáticas, muchos mitos de la Antigüedad –como el de las Islas Afortunadas– parecen hacer referencia al archipiélago canario. Sin embargo, los primeros documentos históricos que hacen referencia a Canarias están contextualizados en las expediciones marítimas de los fenicios (alrededor de 1180 a. C.), aunque no existen vestigios arqueológicos que prueben la veracidad de estos hechos. Más fiables son las referencia de autores grecolatinos como Plutarco, en el siglo I a. C. o Plinio el Viejo, en el siglo I d. C. En los últimos años se han producido descubrimientos arqueológicos –ánforas e inscripciones– que podrían constatar la presencia romana en las islas. Durante los siglos posteriores (coincidentes con el período medieval, del siglo V al XIII), encontramos autores tan relevantes como Isidoro de Sevilla, el cual describe con rigor las llamadas Islas Afortunadas, y también autores bizantinos e incluso árabes que hacen referencia a las Islas de los Bienaventurados o las Islas eternas.
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Todo cambia a partir del siglo XIV, cuando se produce el llamado «redescubrimiento» de las Islas Canarias. Una serie de expediciones, llevadas a cabo por diferentes navegantes europeos, sitúan en el mapa conocido al archipiélago canario. Aunque es probable que se produjese alguno anteriormente, el redescubrimiento se fecha en el período comprendido entre los años 1312 y 1332, durante el viaje comandado por el genovés Lancelotto Malocello. Los descubridores europeos se encontraron con una población aborigen, probablemente bereber, procedente en sus orígenes del norte de África. Mucho se podría escribir sobre los aborígenes de las Canarias. Estos pobladores compartían características entre sí a nivel político, social y económico, pero también presentaban algunas particularidades entre cada isla del archipiélago. Tratando esta entrada de la isla de la Gomera, conviene señalar que a la llegada de los conquistadores europeos, su organización territorial y política presentaba cuatro bandos –Agana, Orone, Hipala y Mula-gua–, en principio unidos bajo un mismo jefe, en una sociedad clasista inicial y dentro de una economía de carácter comunitario y redistributivo, que intentaba optimizar los limitados recursos de las islas. En San Sebastián, la capital, el Museo arqueológico de la Gomera ofrece al visitante vestigios arqueológicos de esta etapa en la historia de la isla. El edificio, la antigua Casa de los Echevarría, data del siglo XVIII.
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Para entender el devenir histórico de la Gomera, es muy importante aclarar desde un primer momento que la conquista del archipiélago canario se produjo en dos etapas y términos muy diferenciados. Por un lado tuvo lugar la conquista señorial (de las islas de Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera), y por otro, la conquista realenga (en este caso, Tenerife, Gran Canaria y La Palma).
La conquista señorial de las islas mencionadas se inicia en 1402, de la mano del caballero normando Jean de Bethencourt, con el apoyo de la corona castellana. Después de someter en primer lugar a la isla de Lanzarote, caerán más tarde Fuerteventura (1405) y El Hierro (1405). La Gomera no quedará plenamente sometida hasta mediados del siglo XV, gracias a las acciones de Hernán Peraza «El Viejo». En las islas de señorío la autoridad la ejercía el señor, quien acumulaba todos los poderes y tomaba las decisiones más importantes para la población –acerca del reparto de tierras o los impuestos, por ejemplo–. Este poder era con frecuencia utilizado de forma abusiva, lo que originó no pocas revueltas y levantamientos entre la población. Así, Hernán Peraza «El joven», nieto del anteriormente citado, fue unos de los primeros señores de la isla, el cual murió asesinado en 1488, a manos de indígenas gomeros; muerte causada por sus abusos y desmanes, además de por su relación con la índigena Iballa. Su mujer, Beatriz de Bobadilla, antigua doncella de la corte de Isabel la Católica, fue otro personaje controvertido en los primeros años de conquista de La Gomera. Encabezó una dura represión contra los sublevados y continuó protagonizando episodios de la conquista canaria, a través de su posterior matrimonio con el Adelantado de Tenerife, Fernández de Lugo, y las disputas en la corte castellana defendiendo los derechos hereditarios de su hijo. En San Sebastián de La Gomera podemos visitar unos de los edificios civiles más antiguos de todo el archipiélago canario, la Torre del Conde (siglo XV ), muy vinculada a los hechos que acabamos de narrar. Construido con sillares de cantería roja en las esquinas y un encalado blanco, presenta 15 metros de altura y forma prismática.
Pero las rebeliones no fueron asunto exclusivo de los primeros siglos de ocupación castellana. En el año 1762, por ejemplo, están documentadas importantes revueltas en la Gomera, algunas de ellas fraguadas en el Convento de San Pedro Apóstol, situado en el municipio de Hermigua, y cuyos orígenes monásticos se remontan al siglo XVI. En el coro de su iglesia, personajes de distinta posición social hicieron causa común para levantarse y luchar contra el poder de los señores de la isla.
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Pasamos ahora a describir otro episodio muy importante en la historia de la Gomera, el cual le hizo ganarse a la isla el apodo de «colombina». El navegante español Cristóbal Colón partió con su expedición desde el puerto de Palos en el año 1492, en el histórico viaje de descubrimiento del continente americano. En la Gomera realizaron la última parada de avituallamiento y preparación antes de zarpar definitivamente a través del Atlántico. Varios edificios de San Sebastián están vinculados con este episodio. Una escultura de Cristóbal Colón situada en la Plaza de la Constitución nos recuerda estos hechos tan significativos en la historia de la isla. Muy cerca de esta escultura se encuentra la Casa de la Aduana –donde se le prestaron servicios e incluso se dice que Colón se aprovisionó de agua para el viaje– y a pocos metros, en la calle Real, la llamada Casa Colón –aunque no se hay documentación que lo atestigüe, la tradición dice que allí pernoctó el navegante–.
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Durante los siglos posteriores y, al menos, hasta el siglo XVIII, las islas Canarias se mantuvieron dentro del Antiguo Régimen. La existencia de recursos acuíferos y tierras productivas en La Gomera derivó en un relativo crecimiento demográfico frente a otras islas del archipiélago. La economía principal era la agricultura, que seguirá siendo, incluso en la actualidad, un sector clave en la Gomera. Podemos ver «mares» de plataneras en muchas localidades. Por desgracia, otra nota característica de los isleños se arrastra desde varios siglos: la emigración. Ya en el siglo XVIII comienza a ser una constante en la sociedad gomera el abandono del hogar en busca de una vida mejor, fundamentalmente en países latinoamericanos.
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En el siglo XIX tiene lugar un hecho con grandes repercusiones en las islas Canarias: la aprobación de la Ley de Puertos Francos. Esta normativa estableció un régimen arancelario y comercial atractivo para los puertos canarios de cara al tráfico marítimo atlántico. La exportación de productos agrícolas bajo nuevos y modernos cultivos, gracias a una importante inversión, le brindó una prosperidad económica al archipiélago, muy notable en las primeras décadas del siglo XX. Podemos observar ese auge en localidades como Hermigua, gracias a sus bellos edificios modernistas.
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Finalmente, debemos cerrar este resumen histórico haciendo referencia al boom turístico. Este sector representa hoy en día la principal fuente de riqueza de las islas canarias. A finales del siglo XIX comienza a explotarse este recurso, consolidándose definitivamente en la década de 1980. Si bien en El Hierro y La Gomera el crecimiento del turismo fue más sostenido que en otras islas del archipiélago, hoy representan una parte importante del PIB. El turismo en La Gomera se reparte en todas las localidades, siendo representativos el municipio de Valle Gran Rey –sol y playa– y el maravilloso Parque Natural del Garajonay.
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Medio natural agreste
Un medio natural tan agreste como el de la Gomera condiciona indudablemente las comunicaciones, el abastecimiento de medios o las costumbres de sus pobladores. No es casualidad que en la isla se haya desarrollado un lenguaje particular, el silbo gomero, catalogado como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO desde el año 2009. Difícil, muy difícil era en la Gomera comunicarse con los vecinos, de ahí que se utilizase un lenguaje silbado que permitía transmitir información a grandes distancias. Por suerte, el silbo no se ha perdido y, a pesar del cambio de coyuntura que ha traído el progreso a la isla, se continúa aprendiendo dado su especial valor patrimonial.
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La dificultad de abastecimiento y la escasez de medios condicionó también la vida de los gomeros a lo largo del tiempo. No es habitual en la Gomera encontrarse, por ejemplo, edificios de la riqueza de los cascos históricos de otras islas mayores, de ahí que el viajero deba tener en cuenta esta particularidad para poder apreciar la belleza de los caseríos gomeros, enmarcados en un contexto social y económico diferente a otras poblaciones insulares, como ya se ha explicado.
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Las costumbres gomeras están muy fuertemente vinculadas a este paisaje agreste y, también debido a estas circunstancias, se han conservado en mayor medida que en otras islas. En el municipio de Hermigua se sitúa un interesantísimo centro dedicado a la vida de los gomeros, el Museo Etnográfico de la Gomera. Sobresaliente, desde mi punto de vista, la información basada en objetos que ofrece esta institución. Ocupa un edificio de principios del siglo XX y distribuye la exposición en diferentes secciones a lo largo de dos plantas, donde se pueden encontrar todo tipo de objetos representativos de la cultura popular y la vida de sus habitantes.
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Parque Natural del Garajonay
La Gomera puede presumir de contar con el primer Parque Nacional del archipiélago catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En el año 1986, esta joya de la naturaleza obtenía la máxima distinción patrimonial, y, ¡no es para menos!
El particular relieve gomero genera un fenómeno natural conocido como mar de nubes, proporcionando unas condiciones de humedad perfectas para el desarrollo de la laurisilva, un bosque de origen Terciario, hoy en día localizado en zonas muy concretas de Europa; entre ellas, La Gomera. Por su belleza y por su enorme valor histórico y botánico, el Parque Natural del Garajonay es una visita imprescindible para cualquier amante de la naturaleza.
Se da la circunstancia, además, de estar perfectamente articulado para acoger al visitante. No sólo ofrece puntos y centros de interpretación, sino que cuenta con personal repartido por todo el parque y diversas zonas de recreo y descanso. Para los amantes del senderismo, el Parque Natural del Garajonay es un auténtico paraíso, pudiendo escoger entre variedad de senderos autoguiados. Éste era uno de nuestros objetivos principales durante el viaje y no defraudó. Para disfrutar de la parte más exuberante del bosque, elegimos el sendero número 2, en dirección a la Ermita de Lourdes –templo sufragado por la institutriz inglesa Florence Stephan Parry en 1935–. Vale la pena también elegir alguno de los senderos que alcanzan el Alto del Garajonay, cima del parque, como el sendero número 7. En días despejados, se pueden observar varias islas del archipiélago a lo lejos, como Tenerife, La Palma y el Hierro. Lamentablemente nuestra subida estuvo acompañada de una densa niebla que impedía la visibilidad del horizonte, pero la experiencia fue muy satisfactoria a pesar de ello.
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Municipios
Seis municipios componen la isla de la Gomera: San Sebastián, la capital, y otros cinco: Agulo, Hermigua, Vallehermoso, Valle Gran Rey y Alajeró.
En San Sebastián de la Gomera el sabor colonial se aprecia en cada uno de sus rincones. Casas señoriales y un interesante patrimonio religioso –la ermita del patrón San Sebastián, reconstruida en varias ocasiones pero cuyos orígenes se remontan al siglo XVI, o la iglesia de la Asunción, cuya ermita originaria del siglo XV dio paso a importantes ampliaciones, siendo un crisol de estilos como el gótico o el barroco– se suceden a lo largo de la calle principal, la calle Real. Su monumento más destacado es la ya mencionada, Torre del Conde, importante muestra de la arquitectura civil del siglo XV, vinculada a destacados episodios históricos de la isla que ya hemos mencionado. Unas inmejorables vistas de la villa se pueden obtener desde el mirador Lomada del Camello –con el Teide de fondo–, y también desde desde las proximidades del Parador Nacional, siempre presente en las listas de los hoteles mejor valorados por los usuarios. Paradas obligadas son igualmente las relacionadas con el pasado colombino de la ciudad, también mencionadas ya: la casa de la Contratación, la Casa de Colón, y el monumento al descubridor español.
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Tomando dirección hacia el norte de la isla, dos localidades sobresalen por encima de todo: Hermigua y Agulo. En la primera, Hermigua, podemos apreciar el desarrollo económico que vivió la isla a comienzos del siglo XX, reflejado en sus bellos edificios civiles –y religiosos, como la iglesia de la Encarnación o el citado Convento de Santo Domingo– enmarcados en un mar de plataneras. Estas explotaciones se suceden camino de la costa, donde podemos observar a lo lejos el Pescante de Hermigua, una importante obra de ingeniería, fechada a comienzos del siglo XX, destinada al transporte de mercancías y personas, que se mantuvo en funcionamiento hasta la década de los 60. Si en la planificación toca hacer un descanso, no dejéis de probar las delicias de Dulces Carmita. La segunda localidad mencionada, Agulo, sorprende al viajero por la impresionante estampa que ofrece del Teide como telón de fondo, y por el sabor colonial de sus calles, salpicadas de coloridos edificios tradicionales. Recorrer sus tres barrios diferenciados, custodiados por el volcán a lo lejos, fue una de las experiencias más bonitas de este viaje.
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En el municipio de Valle Gran Rey se puede disfrutar de las condiciones climatológicas más favorables de la isla, si de lo que hablamos es de pasar una jornada soleada en sus playas. La escultura en homenaje el mencey gomero Hautacuperche, protagonista de la ya mencionada rebelión de los gomeros contra el señor Hernán Peraza «El Joven», con el fuerte relieve de fondo, y el impactante paisaje de la playa del Inglés son los recuerdos más destacados de las jornadas que pasamos allí alojados.
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Completan el listado de municipios Alajeró, al sur de la isla –que esperamos visitar en otra ocasión– y Vallehermoso, con interesantes muestras de arquitectura religiosa –como la iglesia de San Juan Bautista–, unas buenas vistas del océano Atlántico junto al Castillo del Mar y el famoso monumento natural de Los Órganos, que podrás apreciar si contratas una excursión en barco.
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Gastronomía
A pesar de que la Gomera es una de las islas más pequeñas del archipiélago canario, es rica y variada su gastronomía. La oferta de pescado fresco en muchos restaurantes gomeros es francamente buena –deliciosos sus particulares pescados en mojo o sus camarones–. Todo un descubrimiento fue también el potaje de berros. Y famoso más allá de la isla, el almogrote, unto hecho a base de queso. Igualmente reconocida fuera de sus fronteras es la miel de palma, extraída de las palmeras, con la que se elaboran muchos productos, incluidos licores –en el municipio de Vallehermoso, concretamente en el pueblo de Alojera, se puede visitar un centro de interpretación dedicado a este producto: la Casa de la Miel de la Palma–. Finalmente, conviene recordar que La Gomera comparte con el resto de islas la exquisita variedad de patatas, papas, como ellos las denominan –mi debilidad son las llamadas papas negras, ¡todo un lujo para el paladar!–.
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No puedo terminar este reportaje sin darle las gracias a mi querida amiga B. y a toda su familia, por sus atenciones y recomendaciones. Sin su ayuda el viaje no hubiese sido igual. ¡Eternamente agradecidos!