Texto y fotografías: María Berini Pita da Veiga
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La tenía en la lista de entradas pendientes de publicar y hoy, por fin, ha llegado el momento de colgarla. Visitamos la iglesia de San Martín de Tours, situada en la localidad de Frómista (provincia de Palencia) hace ya bastantes meses, en un soleado día de principios de otoño.
Conocer esta localidad es relativamente fácil, ya que se encuentra en plena autovía A-67 (la que une Cantabria con la meseta castellana), y a escasos kilómetros de la también autovía A-231 (la que conecta Burgos con León). Es habitual que estas vías nos cojan de paso camino de otro destino, como le ocurrirá también a tantos otros que vivan en el norte. Es por ello que, de regreso a casa, no quisimos perder la oportunidad de conocer esta iglesia tan famosa.
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Cimborrio de la iglesia de San Martín de Frómista
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¿Por qué digo famosa? Todos los que hemos estudiado Historia del Arte en el Bachillerato, y todos aquellos aficionados a esta disciplina también, sabemos lo mucho que se habla de este templo: el románico perfecto, el prototipo artístico, el mejor ejemplo de arquitectura románica… Tan alta consideración le daba yo después de leer los manuales, que me moría de ganas de visitarla. Pero fue durante una excavación arqueológica el verano pasado, cuando un compañero, historiador del arte, me comentó que se trataba de un falso histórico. Conversamos un poco acerca del tema y, me quedé tan intrigada, que tuve que consultar ese mismo día algunas fuentes a través de Internet. Se trata de un tema polémico (enlace a artículo) pero, efectivamente, no se puede negar que la iglesia de San Martín de Tours, ese perfecto ejemplo del románico del que tanto nos hablaban los profesores, fue sustancialmente modificada, hasta el punto de que hay quien señala que debería catalogarse como neorrománica (enlace a artículo). Desde luego que no es para menos. En la actualidad, se exhibe una maqueta del templo original en el interior de la iglesia, pudiendo apreciarse, por comparativa con la realidad de hoy en día, las reformas llevadas a cabo a finales del siglo XIX.
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Maqueta que reproduce el aspecto de la iglesia antes de la reforma
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Conviene, sin embargo, hacer una exposición ordenada del asunto, así que empecemos por el principio.
San Martín de Tours fue un obispo católico del siglo IV. Muy venerado durante la Edad Media, a él están consagrados importantes templos como mi querida catedral de Ourense.
La iglesia de San Martín de Frómista fue construida en el siglo XI, formando parte de un conjunto monástico benedictino, hoy desaparecido. La fundación se debe a doña Mayor de Castilla, la viuda de Sancho III, monarca de Navarra durante el período de mayor hegemonía del reino. En la actualidad, la iglesia, único vestigio, se sitúa en un amplio espacio abierto dentro del pueblo, lo que permite observarla detenidamente en sus 360 grados.
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Exterior del templo
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Como decía, nada queda de las dependencias del antiguo cenobio. La iglesia, sin embargo, fue sufriendo las modificaciones típicas del transcurso del tiempo, sobre todo teniendo en cuenta el carácter de templo rural que fue tomando, dada la progresiva decadencia de la localidad desde el siglo XVI.
Llegamos así al año 1894, cuando la iglesia, cerrada al culto, se declara Monumento Nacional y, dado su deplorable estado, amenazante de ruina, se decide llevar a cabo una restauración. Acometió la empresa el arquitecto Manuel Aníbal Alvárez. Señalan las fuentes que, deseoso de crear un purísimo edificio románico, la restauración fue más allá de arreglar lo ruinoso y eliminar las construcciones que se habían ido agregando durante su larga existencia. Se modificaron, trasladaron y replicaron elementos tan importantes como las fachadas, los contrafuertes, motivos decorativos, ventanas… Loable es cualquier intento de restaurar un monumento para no perder su legado, pero hoy en día resulta difícil evocar tiempos pasados y sentir ese espíritu especial de los edificios antiguos. Personalmente, yo no fui capaz de trasladarme al siglo XI, pues la iglesia se percibe demasiado perfecta, demasiado fría, poco creíble.
Al margen del debate entre restauración o reinvención, la iglesia de San Martín de Frómista cuenta con elementos muy interesantes. Partiendo de que se trata de una iglesia con planta basilical (aunque en transición hacia la de cruz latina), veremos algunos de ellos.
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Torres, cimborrio y fachada lateral en el exterior de la iglesia
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Ábsides exteriores
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En el exterior, destaca, junto con las (muy cuestionadas) torres cilíndricas, el maravilloso cimborrio octogonal, los ábsides y la decoración. Es ésta muy variada, respondiendo a los motivos típicos del arte románico. Encontramos en diferentes puntos del templo el famoso ajedrezado, algunos capiteles junto a las ventanas y un impresionante conjunto de canecillos. Más de 300 canecillos, nada más y nada menos, podemos encontrar en San Martín, todos ellos de diferente naturaleza (vegetal, zoomorfa, geométrica, etc.) Numerosos estudios iconográficos han tratado de interpretar el significado de este tipo de representaciones medievales. Se trata de un tema muy interesante que bien daría para una nueva entrada en el blog, pero, en resumidas cuentas, encierran generalmente un mensaje sobre el bien y el mal, con finalidad didáctica y moralizante, basándose en leyendas, fábulas y otros escritos, sagrados y también profanos.
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Ajedrezado, canecillos y ventana en el exterior de la iglesia
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El interior de la iglesia destaca por su sobriedad. Las tres naves longitudinales culminan en los tres ábsides anteriormente citados. En el central, el de mayor tamaño, hay varias esculturas, entre las que sobresale un cristo crucificado de finales del siglo XIII.
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Interior del templo y cristo crucificado
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Cubren el templo bóvedas de cañón, divididas en tramos por los típicos arcos fajones de la arquitectura románica. Pero si un elemento destaca por encima de los demás, es el cimborrio. Llamativo desde el exterior pero igualmente sensacional en el interior. Como se puede observar en la fotografía, las trompas permiten el paso de la estructura poligonal a la semiesférica.
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Cúpula del crucero e interior de la iglesia
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La austeridad constructiva del interior tan sólo se ve afectada por los elementos decorativos, que coinciden con los que encontramos en el exterior, como el ajedrezado. Sin embargo, la mayor riqueza ornamental corre a cargo de los capiteles. Podrían dividirse estos en tres grupos temáticos: los vegetales (los más numerosos), los animales (con una clara función didáctica, representan el bien animales como el águila, y el mal otros como la serpiente), y los historiados (representando escenas bíblicas, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento). No obstante, algunos elementos decorativos originales fueron sustituidos durante la restauración. Para estos casos, los primitivos se encuentran expuestos en el Museo Arqueológico de Palencia (hablo de él en esta entrada de mi blog).
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Capiteles en el interior de San Martín de Frómista
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Muchas gracias a Jorgepor los conocimientos transmitidos sobre restauración
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Vista de los canecillos y el cimborrio de San Martín
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BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS:
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GARCÍA ALCÁZAR, S. (2011). La huella romántica en la restauración monumental decimonónica en España. Anales de historia del arte 1, pp. 197-210.
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GARCÍA BLAS, L. (2013). San Martín de Frómista: revisión historiográfica de su construcción y restauraciones. De Medievo Aevo. 4 (2), pp. 69-102.
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NAVASCUÉS PALACIO, P. (1999). El neorrománico de Frómista. Descubrir el Arte, julio 1999.
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Folleto Turístico Ayuntamiento de Frómista
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